Un pensamiento de carácter cuantitativo me obsesiona. ¿Cuántas personas habremos conocido en trato directo, bien sea de manera pasajera, efímera o repetitiva y constante, a lo largo de la vida? ¿Doscientas, setecientas, mil, seis mil, veinte mil...? A la vez que me parece bastante ridículo preguntármelo me divierte. Naturalmente, la cifra está en función de la edad y del recorrido que cada cual haya efectuado. Si contabilizáramos los individuos que se han aproximado a nosotros o nosotros a ellos, desde que la madre y la matrona iniciaron la cuenta, nos sorprenderíamos. Luego hay otra cuestión, las preguntas de tipo cualitativo. Del estilo de: ¿cuántos seres dejaron huella en nosotros o nosotros en ellos? ¿Cuatro, seis, veinte...? Ya decía el poeta sevillano que no hay que confundir la gimnasia con la magnesia, ni el valor con el precio. Si no lo tengo en cuenta, mi ejercicio de contar lo difuso y olvidado se tratará de un mero ejercicio de necedad.
Eso mismo me he preguntado yo alguna noche de insomnio.Y sí, es un ejercicio inútil. Pero lo cierto es que acabo haciendo un repaso mental a todos aquellos que han pasado por mi vida, permanezcan o no en ella. Confieso que, haciendo este ejercicio, el sueño se digna a presentarse al filo del amanecer.
ResponderEliminarUn saludo
Impressed. Will keep it in mind for a long time. Thank you. Please have a good new month.
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ResponderEliminarEs un pensamiento extraño y por demás divertido! Yo también alguna vez me puse a pensar a cuántas penrsonas habré conocido. Y cuántas me habrán conocido a mí, sin que yo me enterase de tal cosa. Quizás, sólo de nombre, o referencia de algún conocido mío. A mí me interesa más calidad que cantidad. Así que pienso, más bien, en aquellos que dejaron huella en mí. Y, ojalá, yo haya dejado huella en alguien.
ResponderEliminarBesos cualitativos!