No es estremecimiento lo que percibo al leer el verso final de Der Archipelagus: deja que al fin yo por siempre en tu fondo el silencio recuerde. Acaso perplejidad intuitiva. La intuición es una forma paralela de conocimiento. Nunca conocemos lo suficiente nuestras acciones pasadas. Mucho menos las de la historia, que siempre percibimos como narración, leyenda o vaga memoria. Reconocer la vida como viaje es solo una parte bastante insuficiente. En sí la metáfora no nos explica más. Lo que nos lleva a reconocer y reconocernos es su accidentalidad: hay navegación arriesgada, desvíos, abarrancamiento, aislamiento, naufragio. Y de todo eso, del pasado o de nosotros mismos, solo permanece el silencio, esa manera calma y refleja de consumar la finitud. ¿Será el poema de Höderlin precisamente una inmensa plegaria a la aventura de la vida?
En el silencio está la clave para saber escuchar.
ResponderEliminarun abrazo.