30/6/12





(Surgen desde los rincones olvidados.
Siempre es atractivo mirar por los rincones, donde suele preservarse el saber) 



222.




Hay una cierta clase de estatuas que no están para que las contemplemos sino para que ellas nos observen a nosotros. Sabiéndome libre de la atadura de tener que rendir pleitesía al prócer mercenario que fundó la ciudad o dejando de lado al poeta provinciano, me complazco en buscar las estatuas olvidadas. Solo éstas me proporcionan tranquilidad y, lo que me parece más útil, las que emprenden diálogo conmigo. Son las que mejor relatan acerca de la ciudad desaparecida.


221.





Un pensamiento de carácter cuantitativo me obsesiona. ¿Cuántas personas habremos conocido en trato directo, bien sea de manera pasajera, efímera o repetitiva y constante, a lo largo de la vida? ¿Doscientas, setecientas, mil, seis mil, veinte mil...? A la vez que me parece bastante ridículo preguntármelo me divierte. Naturalmente, la cifra está en función de la edad y del recorrido que cada cual haya efectuado. Si contabilizáramos los individuos que se han aproximado a nosotros o nosotros a ellos, desde que la madre y la matrona iniciaron la cuenta, nos sorprenderíamos. Luego hay otra cuestión, las preguntas de tipo cualitativo. Del estilo de: ¿cuántos seres dejaron huella en nosotros o nosotros en ellos? ¿Cuatro, seis, veinte...? Ya decía el poeta sevillano que no hay que confundir la gimnasia con la magnesia, ni el valor con el precio. Si no lo tengo en cuenta, mi ejercicio de contar lo difuso y olvidado se tratará de un mero ejercicio de necedad.




220.




Veo la película Las tortugas también vuelan y entre lo que más me llama la atención (hay más temas que se tocan: muy interesante el papel de la televisión y cómo es observada por los refugiados) está el contraste que se da entre los personajes que la protagonizan, que son todos niños. Choca la relativa alegría y dulzura de los niños varones con el gesto mohíno de la única niña protagonista. Si el telón de fondo es violento de por sí (campos de minas, condiciones de vida de refugiados kurdos de Irak, mutilación de los niños que se dedican a localizar los explosivos, invasión estadounidense en ciernes…) el contrapunto son esos niños solidarios, auto organizados para echarse una mano práctica y moral, y echársela a cualquiera. La niña rompe el esquema. Obligada a cargar con un niño ajeno, deficiente, y con un hermano mutilado de brazos por la explosión de una mina, su rostro y su comportamiento rudo desvela el robo de su infancia y, por lo tanto, la desolación en la que vive. Más víctima de las circunstancias que los niños varones, la niña encarna la doble herida con la que un tipo de sociedad y un conflicto bélico se ceban en ella. Una soledad no asumida que escalofría por su desenlace. No todos los niños son alegres ni mantienen la esperanza. Me sobrecogió esta mujer, me llevó a pensar en todas las mujeres a las que ciertas culturas, las violencias o las guerras ignoran  -y en las que se ceban-   con harto dolor.


29/6/12

219.




Cuando las tertulias se llenaban de vapores y los proyectos se elevaban hasta lo que diera de sí la euforia del grupo, Nazario lo soltaba: soñáis con sueños. Esta aparente redundancia nos hacía bajar de las nubes. Y, lo que era peor, se hacía el silencio. Y en ocasiones la tristeza. Las verdades penden siempre como espadas flamígeras. Algunos acaban exterminados.




28/6/12

218.




Los sueños, como exorcismos cotidianos que son, se manifiestan con toda la rudeza violenta que caracteriza a un exorcismo, pero bien vale la pena el ejercicio si desalojan demonios. Aunque nunca se sabe claramente si a estos los hemos echado fuera o los hemos invitado simplemente a tomar el vermú.


27/6/12

217.





Nada puede el poeta, ningún mal puede evitar; se le escucha únicamente cuando magnifica el mundo, pero no cuando lo representa tal como es, dice Broch en La muerte de Virgilio. Se refiere al poeta latino, pero bien puede hacerse extensible la consideración a los poetas de todas las épocas. Acaso la representación del mundo por parte de la poesía no sea conforme a los cánones de la política o de la moral. Su irracionalidad le lleva a interpretar la realidad de otra manera, y en eso la poesía se vincula más profunda y reconocidamente con ella. El mundo magnificado implica superficialidad y apariencia. Es más propio de las otras prácticas humanas, donde el juego de preguntas y respuestas nunca llega a ahondar del todo en la materia de la que estamos hechos. Virgilio debió encontrarse derrotado cuando tan solo se requería de él la exaltación y la sobrevaloración interesada de los acontecimientos. Bajar a los infiernos no atrae más que a la minoría de espíritus inquisitivos y vigorosos.



26/6/12





(En el terreno de las sombras, donde nada es del todo.
Donde todo se hace y se deshace)



216.




Ese abyecto vínculo entre mentira y miedo. ¿Cuál fue primero? Tal vez haya un tercero en concordia.


215.




Escribir puede consistir en satisfacer la necesidad de una comprobación personal. Probablemente sea reflejo de aquella otra que una sociedad precisa cuando se materializa en su tiempo histórico. Comprobar es vivir. Todos los temas de la humanidad ya han sido tratados a lo largo del tiempo: las disputas entre hermanos, el ansia de riqueza, la pasión amorosa, la piedad, la envidia, la naturaleza exterior y la relación de los hombres con ella, la búsqueda de la justicia, las manifestaciones y conflictos de la libertad, la agresividad, el propio y el salvaje...Pero en cada momento de la historia los hombres necesitan escribir sobre ello. Siempre se aportan nuevas perspectivas. Aunque, en esencia, esas cuestiones sean antiguas y hayan obsesionado a todas las culturas y pueblos, en cada período nuevo hay matices o enfoques o maneras de encarar que enriquecen y hacen más explícitas sus manifestaciones. Las nuevas narraciones sobre los temas recurrentes vienen siempre a realizar una especie de actualización y acceso pedagógicos en función de la mentalidad generalizada de los individuos. Los argumentos, incluso en su complejidad e imaginación no siempre novedosas, vienen a proporcionar la visión del paisaje oculto de los hombres.



25/6/12

214.




Se pregunta en ocasiones: ¿estará todo escrito sobradamente? Entre la narrativa que se ha conservado hasta nuestros días y la que se ha perdido a lo largo de los accidentes y vicisitudes históricas, él mismo se responde: seguro que sí. Es en ese momento cuando su sombra ansiosa y lectora le sugiere al oído: entonces, ¿por qué insistimos tanto en narrar todo lo que es antiguo como si fuera nuevo?


213.




Desvelarse puede ser inevitable. Pero ponerse a leer a las cuatro de la mañana tiene mucho de ir contra natura. El cuerpo se resiente al amanecer pero es benévolo con dicha opción. En medio del quebradizo estado general por la falta de descanso fluye no obstante una suerte de bienestar por los capítulos que aún resuenan en su mente. Le han dejado un grato sabor y una amable frescura. Indudablemente, y tal como van las cosas, piensa acaso exageradamente, mejor siempre esto que no que llamen a la puerta sin que sea el lechero.




24/6/12

212.




Nazario vivió bastantes años en una humilde casita a la orilla de un canal. Antes había sido feriante, pero no de ganado sino de barracas de entretenimiento en las fiestas de villas y pueblos. Había recorrido mucho, visto lo suyo y conocido lo que su tiempo libre le permitió conocer. Sin ser un aventurero a lo free lance, sabía y, sobre todo, contaba. Hace unos años el canal se rompió y su casa fue inundada por las aguas. Los vecinos y los amigos fuimos a echarle una mano para salvar los enseres y lo encontramos tranquilo. Son aguas históricas, nos decía con severo tono sacramental para calmar nuestros nervios. Él sabía de sobra aquello de que no pasa dos veces la corriente por el mismo cauce (no sé por qué él lo decía así) pero le concedía carta de creencia sagrada a cada gota que se desplazaba desde las zonas altas hasta el interior. Así que le restó importancia al anegamiento, dio por perdidos los cuatro muebles baratos y se fue a dormir unos días a casa de una hermana. ¿Sabéis una cosa?, nos dijo a todos sus amigos. Lo más importante no se ha dañado, y tamborileaba con el índice su sien. Mis recuerdos están a salvo. Al día siguiente nos fuimos todos al merendero y pedimos que corriera el clarete. El más chungón del grupo no pudo reprimirse: Nazario, ¿no quedamos en que no pasa dos veces el agua por el mismo río? Y él contestó amable y divertido: Y no, no pasa, a veces se estanca.




211.




La primera impresión es que nacemos sin mirada. Acostumbrados aún al otro mundo, donde todo se ha ido haciendo en su justa y exacta medida, donde todos los demás sentidos se fueron impregnando de la cultura del útero, donde la visión no era lo imprescindible.



210.




La primera mirada, al despertar, siempre es ciega.



23/6/12




(Sea el ojo que observa o el ojo que recibe la información, que se libre de emitir una mirada pendenciera) 





209.




Escrito a la puerta de una mente libre: Nada ni nadie entren aquí que no porten consigo tolerancia.




22/6/12

208.





Nazario es un explorador, aunque más bien de lo que dejó atrás. Se sienta a comer en las mesas de las casas de comida más huérfanas, se apoya en los mostradores de las tabernas más inmundas y se pasa de vez en cuando por los burdeles más desangelados. Lo hago porque me recuerdan otros tiempos, dice con un tono de cansancio ya habitual en él por lo avanzado de los años. Busca aquellas situaciones y lugares donde parezca que no ha pasado el tiempo. O que el tiempo se ha parado. Ciertamente, son escasos los parajes antiguos que permanecen, pero él los conoce y los frecuenta. No me atrae lo moderno, le falta sentido, dice. No entiendo muy bien lo que quiere decir, pero interpreto que él se recrea en un vínculo fiel con su pasado, donde busca no perder del todo la memoria. No le importa toparse con camareros autistas y silenciosos, con congestionados despachantes de vino peleón o con putas que no creen ni en sí mismas. Hay algo familiar en todos ellos, un residuo, son como testigos de mi vida, confiesa con desparpajo y harta sinceridad. Nazario, con esta actitud, levanta su particular acta notarial de lo que jamás volverá. Yo le he escuchado muchas veces sus confidencias, sentados los dos a la fresca del atardecer, en uno de los pocos merenderos que sobreviven de décadas desaparecidas. Donde aún le hemos dado al vino de porrón y a la lata de bonito, otra seña de identidad de su época que yo aprendí, aunque no frecuenté. Nazario no apareció el otro día. Nazario se ha quedado de explorador del vacío, justo la víspera del solsticio.





207.





Escrito en la puerta de una mente libre: Si quieren que no crea en algo, repítanmelo más de una vez.



206.





No es estremecimiento lo que percibo al leer el verso final de Der Archipelagus: deja que al fin yo por siempre en tu fondo el silencio recuerde. Acaso perplejidad intuitiva. La intuición es una forma paralela de conocimiento. Nunca conocemos lo suficiente nuestras acciones pasadas. Mucho menos las de la historia, que siempre percibimos como narración, leyenda o vaga memoria. Reconocer la vida como viaje es solo una parte bastante insuficiente. En sí la metáfora no nos explica más. Lo que nos lleva a reconocer y reconocernos es su accidentalidad: hay navegación arriesgada, desvíos, abarrancamiento, aislamiento, naufragio. Y de todo eso, del pasado o de nosotros mismos, solo permanece el silencio, esa manera calma y refleja de consumar la finitud. ¿Será el poema de Höderlin precisamente una inmensa plegaria a la aventura de la vida?




21/6/12

205.




Solsticio. Que las horas diurnas dominen más no quiere decir que veamos más.





204.






Le aburren las conversaciones triviales por la onerosa carga de su intrascendencia. Le abruman los diálogos graves por la ligereza que manifiestan a la hora de no llegar a ninguna parte.



203.




¿Por qué la figura paterna aparece con frecuencia en los sueños, censurando a diestra y siniestra? Acaso por un inadecuado o insuficiente ejercicio de no haber matado al padre en su momento. Si bien cabe también la posibilidad de que el padre se haya proyectado de tal manera dentro de uno mismo que la muerte de aquel pudiera devenir a estas alturas en elevado riesgo para el hijo.


202.






Los pensamientos repetidos y los sueños recurrentes suelen formar un particular vínculo del que solo sabe el individuo que presencia su apretón de manos. No lo ven los demás porque tiene lugar en la oscuridad del ser. Un espacio de improbable visibilidad y de más difícil localización desde otros territorios individuales.





20/6/12




(Búsqueda ansiosa de los dedos sobre un oráculo improbable.
O las artes de adivinación como formas de credulidad para individuos pasivos)




201.




Por más que diga Leopardi que las cosas están hechas para amarse, uno se resiste a tanta benevolencia. No obstante, las cosas tampoco están hechas para el odio. Si algo nos pierde a los hombres es el maniqueísmo. Amor y odio, satisfacción o rechazo, progreso o reacción, aportación o abandono, por ejemplo, son términos que no existen para comprobar ningún origen ni ninguna finalidad. Las cosas están hechas simplemente para el acontecimiento. Una fina línea detiene o precipita a éste en el torbellino de sensaciones que a los hombres nos placen o nos ahuyentan. Rendirnos gozosamente a lo que nos alienta o sucumbir ante lo que supone dificultad son dos rostros del mismo pulso. Las cosas están hechas, y las rehacemos, para hacernos sentir.



200.





A la pelea entre luces los humanos le atribuyen nombres. Extrañas resistencias a borde del solsticio inevitable. 



19/6/12

199.





Diálogo en una película ordinaria de enfrentamiento y matanzas entre bandas rivales.

La amante (a la fuerza) del jefe de una de las bandas:

- Mi miedo es mi maldición. ¿Cuál es la tuya?

Respuesta, tras una pausa, del apuesto matón free lance cuya caridad con las mujeres es paralela a la debilidad que siente por ellas:

- Vine al mundo sin conciencia.

Este diálogo aparentemente áspero, muy propio y trivializado para resaltar la dureza de los típicos personajes de Hollywood, podría olvidarse en cuanto aparece The End. Pero no sé qué es lo que flota en el ambiente de estos días, que dan ganas de extrapolar la conversación, situarla ahora mismo y en el mundo real, y poner otros rostros, otras situaciones, otras extorsiones, otros enfrentamientos larvados, otras barbaries en ciernes. Más allá del The End del celuloide sospechas que una buena parte de la sociedad actual es esa amante cortejada (a la fuerza y por un precio) y que los matones que responden de esa manera tan amoral se revisten cada día de honorables personajes de las instituciones internacionales y nacionales, públicas y privadas, desde las cuales rigen haciendas y vidas.




198.




Un pensamiento semántico delicado y discutible me sacude desde hace días. Si España fue llamada en el pasado territorio de conejos (saphan) o bien país de serpientes, debido a la abundancia por doquier de unos y otras, ¿debería denominarse en estos momentos país de ladrones? Vista la práctica depredadora y sin paliativos que ha ejercido la banca sobre sus habitantes, diríase de la necesidad de cambiar el paisaje nominativo. Por muy mal que suene. Particularmente, preferiría que se ha acabara con la citada especie depredadora o se la limitara al máximo en el futuro. Y de paso se rescatara el término de usos abominables y de giros populistas y facciosos.  Aunque sospecho que la tan exitosa como delictiva práctica bancaria ha sido auspiciada en gran medida por el afán codicioso y ávido de sus pobladores, que han dado alas a esa raza  nefasta. Y pensar que hay un refrán que dice que nadie da duros a cuatro pesetas...¿Por qué seremos tan torpes?




197.




Mientras los economistas  -y toda la caterva de funcionarios y políticos que practican esa confusa y despótica religión-  no acaban de ponerse de acuerdo con exactitud sobre las razones que llevaron al crac del 29, se empeñan actualmente en una partida de ajedrez donde el enroque es el movimiento cotidiano. Cuando no la parálisis. Lo cual hace viable repetir aquella trágica experiencia, pero aumentada. Imposible mantener la fe y cada vez menos la esperanza.





18/6/12

196.





Si buceáramos aplicada y modestamente en la interpretación de nuestro pasado en lugar de pegar la hebra sobre lo complaciente y frágil de nuestro presente...




17/6/12







195.




Que a estas alturas Heráclito tenga que estar todavía vivo para que también nos consideremos vivos...La ciudad debe defender la ley como defiende sus murallas, dice uno de sus fragmentos. En plena convulsión de Europa, ¿no es la frase más inteligente que se pueda escuchar entre las opiniones de tantos políticos, tertulianos, analistas, catedráticos y predicadores del momento? ¡Y solo tiene dos mil quinientos años! Dicen que Heráclito es denominado el oscuro, pero no he leído jamás un pensamiento tan luminoso y pletórico de vigor como el citado.



194.




Es tan cómodo como insuficiente hablar de la Historia en pasado. Principalmente porque interpretarla sigue siendo un desastre. Claro que hablar de la Historia en presente es todavía más impreciso. Esa sensación de que vivimos en el laberinto sin saber qué calles coger para llegar a la salida nos abruma.





193.




No obstante los acontecimientos que tienen lugar en el mundo, la gente vive como si no tuvieran lugar. Tal vez porque la gente  -nosotros, los próximos-  aún no vivimos los hechos como sucesos. Lo que puede sucedernos, y no se entienda solamente en su sentido extenso y dramático, lo vivimos como si no nos fuera a suceder. Naturalmente, hay algo que no entenderé de los próximos, precisamente. Y es que no hayan querido enterarse a tiempo de lo que pasa. Y esa concesión ciega a que las cosas se sucedan por sí mismas no dice mucho en favor del individuo ni de la sociedad en esta época. La no intervención social propicia que una minoría de sagaces y tenebrosos personajes o clanes se arroguen el derecho a ser propietarios de nuestras vidas. Entonces sus obras van dirigidas exclusivamente a satisfacer sus intereses. ¿Cómo llamar a este comportamiento?



16/6/12

192.




Acaba de descubrir que friega siempre los cazos, las cazuelas y las sartenes frotando con el estropajo en espiral. Lo que le deja perplejo es que la espiral la traza tanto en sentido centrífugo como en orden centrípeta. Sin premeditación.


191.





Todavía se escucha una frase mil veces repetida: vivimos tiempos revueltos. ¿Es que alguna vez no lo fueron? Hasta los espejismos desfiguraban todo e incluso lo revolvían más. Ay de esa fragilidad de la memoria...



 

15/6/12

190.





Justo en el borde, donde el alto páramo cesa para dejar paso a la hondonada, el hombre calla. Las preguntas habituales se interrumpen. La vida ordinaria pierde todo su sentido. Y la mirada puesta exclusivamente sobre una corteza terrestre erosionada suscita evasión. Es un buen recurso cuando el agobio, tan acusado en estos tiempos, acecha hasta el límite de lo soportable. Da resultado.



189.




La espiral remite a un mundo simbólico amplio. Representado por la naturaleza en muchas de las especies o convertida en expresión plástica por los humanos desde las manifestaciones culturales más primitivas, yo siento la espiral como algo más. Un estado de vivir. Tal vez un estado de ser. Siempre en dos direcciones. Toda expansión, sea cual sea la orientación que tomen, no implica la negación de la procedencia. Lo que algunos llamarían conexión centro con periferia no me basta. Tampoco el dibujo de un punto inicial que me lanza a un destino que no se detiene hasta el fin de mis días. El origen tampoco fue tal. Nuestra espiral personal es una menudencia si se compara con la multiplicidad como se manifiesta universalmente. Conviene mirarla con ojos de admiración ilusionada. No soy partidario de ver en la espiral un fatum castrante. Esa concepción de no tener origen ni destino, no obstante nuestros límites físicos relativizados, calma mi ansiedad y hace de la vida un vínculo superior, sumamente estimulante.






14/6/12



(Crecimiento de lo elemental sobre sí mismo)




188.





Las palabras, con la flexibilidad que proporcionan sus diversas acepciones, nos nutren. Dejarnos confundir por las palabras es uno de nuestros riesgos y defectos, no un enviciamiento al que ellas nos someten. Lo obvio o dado por entendido, aquello que denominamos elemental, preserva un sentido más profundo, autoelaborado y magmático: el reconocimiento de la materia que forma la naturaleza y las cosas. La que nos hace percibir los elementos de que están compuestos los mundos a través de los que nos movemos. No somos elementales por simples, sino por todo lo contrario. Porque late dentro de nosotros una subconsciencia intensa e intrincada.



187.






No perder esa conciencia de nuestro cuerpo elemental. Los elementos que lo han formado lo siguen rehaciendo día a día. Poner los sentidos al servicio de esos elementos. A través de ellos se toca el resto del universo. Se esté pendiente o no. Pero viene bien percibirlos. Aunque a veces nos abrasen.




13/6/12

186.





Cuando Alejandra dice: Del combate con las palabras ocúltame, ¿es porque teme someterse? ¿Porque le espanta el cuerpo a cuerpo? ¿Porque intuye que va a resultar vencida? No, Alejandra Pizarnik no tiene miedo de las palabras; con ellas forma divisiones y ejércitos enteros. Probablemente lo que le acucia es que no le basten para saciar su propia y fogosa necesidad de sí misma, o lo que es lo mismo: de las palabras que se encarnan en ella...y apaga el furor de mi cuerpo elemental.





185.




¿Quién dijo que había que desenmascarar los sueños? Yo no veo que los sueños sean ninguna máscara. Se recuerden o no, se mediten o se dejen de lado, hay en ellos algo de aguja imantada que, no obstante su oscilación, nos marca un rumbo inequívoco. La navegación subconsciente puede ser tan clarificadora como el pensamiento racional. A propósito, ¿por qué no desenmascarar el pensamiento racional? El mundo de las ideas es una verdadera colección de antifaces, cuando no de embozos.



 

12/6/12

184.





La calle, tan cálida, aunque no siempre nos pille receptivos y con humor. Tres hombres jóvenes van pegando carteles modestos de  tamaño folio por las paredes. Para la mayoría de los paseantes tanto los hombres como los carteles pasan desapercibidos. Leo el texto y sé de su causa. Una huelga motivada por una serie de despidos producida por la penúltima reconversión laboral. Solicitan consideración y apoyo ciudadano. Me hiere su infortunio y la escasa atención que se les presta. Cuando estoy a la altura del grupo no puedo evitar decirles ánimo, simplemente. Los tres contestan agradecidos como si fueran una voz única. Es una complicidad espontánea la que hemos establecido, sin rubor. Me pregunto si una palabra sencilla, colocada con calor y sentido en el momento justo, sirve. Palabras como partículas de barro que desearían levantar otro edificio que desplazara al ruinoso donde  habitamos.



183.





¿Es una actitud expectante o un ánimo contenido lo que fluctúa en el ambiente?



11/6/12





(¿Por qué no mantener de adultos la conciencia de movimiento perpetuo que tienen los niños?)




182.




Tanto anhelo de infinitud nos mata a los humanos. Jugamos a ser cabeza de ratón cuando podríamos ser unas excelentes colas de león. De todos modos dudo que se nos dé a elegir. De hecho somos esto último. Pero ese complejo que nos acompaña de considerarnos planetas menores nos llevó a sobrepasar nuestros límites originales. Y si bien esta tendencia a ir más allá en nuestra aventura desencadena nuevas motivaciones, también nos proporciona la caja de Pandora de los riesgos irreversibles y del dolor. Tal vez debiera imponerse un cierto grado de conciencia planetaria que no abandone jamás la idea, o mejor dicho, el reconocimiento del hecho de que somos partículas o polvo cósmico.


181.





Que al cielo cubierto de hoy se le suman las noticias de la actualidad me hace establecer asociaciones de ideas. Negras tormentas agitan los aires, nubes oscuras nos impiden ver, recitaba la histórica canción cenetista. ¿Como una premonición? ¿Como la constatación de los hechos? ¿Como un destino inexorable?La historia, desgraciadamente, habló en su día con sones de tragedia. Hoy los cómicos de la feria se empeñan en rascarse los sobacos y dar saltos hilarantes. ¿De verdad creen que nos hacen gracia?



10/6/12

180.




El enredo tiene todas las características de la broma y el divertimento. Si no hubiera ánimo de confusión y de ocultamiento, naturalmente, se quedaría en eso. Pero como sospecho que hay muy mala intención deduzco que la broma resulta insulto y la diversión se troca en maña torticera para que los ciudadanos no entendamos nada. La última farsa consiste en obligarnos a creer en lo que no es. Tampoco debería sorprenderme. Hay una religión arraigada secularmente en nuestro país que va de lo mismo. Lo cual me hace pensar en un cierto hilo conductor en las artes del enredo por parte de la Santa Alianza (que aún existe latente y dispuesta a todo) Los titubeos, los eufemismos, el cambio de criterio (si es que lo tienen) y las negaciones de ayer que fueron afirmaciones hoy nos confirman el déficit de provisión en que nos encontramos. Por muy mal camino. Aunque nos digan que estamos en el mejor y que podemos dedicarnos a disfrutar del espectáculo deportivo estrella. Nosotros, los estrellados.




179.




Te acuestas con la claridad de que estás inmerso en una  farsa. Te levantas por la mañana con la alarma de que sigues (te tienen) en una farsa. Solo los sueños ponen un punto indócil de realidad evanescente. Queda por delante el resto del día, soportando farsantes.



 

9/6/12

178.




Hay una metáfora en el paseo cotidiano de los perros. Ese ejercicio en destensar y tensar la correa en función del peatón que llega y a veces no se le ve a tiempo. Un repentino movimiento retráctil que disuade al can de aquello que olía o mordisqueaba. Me tienta preguntar al animal qué siente. Pero no quiero escuchar más penas. Que con observar las sensaciones humanas ya tengo bastante. Esa sensación cotidiana de que a los seres humanos ciertos dueños nos pasean a todas horas provistos de una correa engañosa que ora nos da margen para que nos comamos el mundo, ora nos la acortan bruscamente para dejarnos a dos velas. Solo se me ocurre pensar en que hay zonas del mundo donde es peor: la correa fija y demasiado corta. Y eso si perdonan la vida a los perros.



177.




Recitación de Gonzalo Rojas con su ritmo pausado y su talante burlón. Y cuando dice aquello inesperado: los verdaderos poetas son de repente, no pienso en ningún hombre ni en ninguna mujer prendidos de una pluma, mirando heridos su mundo, atravesando desiertos, recreándose en soledades. Entonces entiendo que son aquellos elementos más primarios  -tierra, aire, fuego, agua, y todos los derivados que se quiera-  los que hacen de verdad la poesía.



8/6/12

176.






Un bloguero me da la pista. Vivimos tan pendientes de trascendernos en la sociedad del espectáculo y de la apariencia (vanity fair, que dicen otros) que no advertimos la torpeza de ignorar la trascendencia del individuo que tenemos justo al lado.


7/6/12



(Debilidad por el alzado detallado del caserío de la ciudad.
Un verdadero y preciso antecedente de lo que hoy día se llama realidad virtual)



175.





Debilidad por los mapas y los planos. Esa visión representada del territorio, siempre tan fascinante. Esa proyección de unas medidas más o menos precisas. Con su visión limitada pero avanzada, los mapas de los continentes y naciones daban una idea que tuvo que ser guía y secreto de estado en su tiempo. Mientras, los planos de las ciudades levantaban una especie de acta notarial del caserío y sus propiedades. Juego a localizar sobre planos antiguos la finca donde ahora se asienta el edificio en el que vivo. Aquellas huertas, aquellos alfares, aquellos jardines de conventos, aquella vaquería, aquel muladar, aquella manzana de viviendas...Un ejercicio simbólico de cartografía que complementa lúdicamente mis paseos urbanos.


174.




Otros suelos. Otras calles. Otras casas. Otros olores. Otro río. Otros extramuros. Otra dimensión de la ciudad. Tampoco hace tanto que todo era diferente. Pero como lo próximo ya lejano lo he conocido, imagino la ciudad en una cuenta atrás de siglos. Me remonto hasta el punto en que aún nadie había fundado la ciudad. Me sorprendo de lo que me encuentro.



6/6/12

173.





Mientras camino por la ciudad voy fantaseando acerca de la ciudad del pasado.



172.






Entre la curiosidad y el asombro muchos humanos han estado pendientes hoy del lejano tránsito del planeta Venus entre el Sol y la Tierra. Ignoro lo que han visto y lo que han creido ver. Pero cuanto en el mundo de los fenómenos del universo resulta solo espectáculo para la mentalidad de muchos, también es objeto de investigación reservada desde hace siglos para una minoría reducida de individuos. Tan innata es en el ser humano la capacidad de diversión como la de estudio. Solo que aquella sería muy reducida de no haber avanzado considerablemente esta última.




5/6/12

171.





Se oye con frecuencia en estos días que todo es muy incierto, como si la angustia, la incertidumbre y el temor fueran sensaciones recién descubiertas. No creo que lo sean más que en cualquier otro tiempo. A esta época le fue privada la certeza, dice un verso de la obra Luzum del poeta árabe Al-Ma'arri, que vivió a caballo de los siglos X-XI. No se justifican los avatares de quienes vivimos hoy día por textos o historias del pasado. Pero tenemos derecho a hallar un cierto grado de consuelo en el conocimiento de los estados de ánimo y de pensamiento de cuantos nos precedieron. Tenemos derecho a saber que los sentimientos y las percepciones dolorosas han atravesado el pecho de los hombres desde las primeras culturas. No se trata de aplicar el remedio falso del mal de muchos en versión acontecer temporal. Pero debemos aprender a quitarnos parte de ese complejo equívoco de que lo que nos pasa a nosotros nunca ha tenido lugar antes y además es más grave todavía. Aunque solo conociendo la historia se pueden calibrar las situaciones más onerosas y difíciles de la humanidad, tal vez la mejor manera de hacer frente a la desprovisión de la certeza sea mantenernos un tanto escépticos sin renunciar a ejercitar la capacidad de nuestros actos. Dicho de otro modo: sin dar cheques en blanco ni a un destino no determinado ni a los falsos profetas que quieren conducirnos por el camino de sus intereses.







170.





Aún nos falta mucho a los humanos en lo de saber mirar. Primero hay que admitir que el paisaje no es como queramos que sea. Después, hay que entender que las vidas que lo nutren lo vienen haciendo desde mucho antes que nosotros existiéramos. Y que funcionan ignorándonos; bueno, acaso relativamente, pues la naturaleza descubrió hace tiempo cómo interferimos en su variado territorio. Demasiados ojos ahí afuera pendientes de la avidez humana. No sé ya si es posible una convergencia con cuanto hemos dominado y nos tienta dominar destructivamente. Tal vez si nuestra mirada fuera más inteligente...Pero el pulso entre toda la inmensa naturaleza y nosotros hace tiempo que es un pulso desigual que se está volviendo contra nuestra especie.



4/6/12





(A la vista humana puede parecer un contraste. Las vidas no entienden de nuestras miradas)




169.





Se me dirá: pero las letras del alfabeto también son símbolos. Naturalmente. Símbolos que se convirtieron en herramientas y que permitieron desarrollar esa simbiosis maravillosa: la habilidad del lenguaje y la capacidad del pensamiento. El lenguaje y el pensamiento, no obstante los asaltos que periódicamente sufren por parte de quienes los desearían esclerotizados, son la antítesis de las banderas. Donde unos hablen no caben las otras. 



 

168.




Si las banderas desplazaran a las ideas, ¿qué hacer con el lógos?





167.




Si las banderas sustituyeran a las palabras, ¿qué hacer con el abecedario?



3/6/12

166.




Se constata entre la ciudadanía un estado de desconfianza creciente. El recurso, una vez más, a la mentira, en cualquiera de sus variantes (engaño descarado, embuste grosero, verdades a medias, decirse y desdecirse, falta de claridad o, como dicen ahora, de transparencia) ni habla en favor de los gobernantes ni calma la ansiedad de los gobernados. Menos eufemismos, menos hoy dije digo y mañana donde dije digo etcétera, menos tiempos muertos, menos ocultaciones, menos aquí no pasa nada...¿Es tanto pedir? Sumidos en el desconcierto no se va a ninguna parte. ¿O lo que pretenden es que no lleguemos a ninguna parte para que el tiempo, como el espacio, como los bienes, como la vida, sea patrimonio de la minoría avara e insaciable? Les niego el derecho a disponer de mi presente. Les incapacito para planear mi futuro.



165.




De vez en cuando conviene preguntarse acerca de los rituales humanos. Los hay a millares, en función de las supuestas necesidades de las tribus de toda clase de cultura, etnia, ideología o religión. O simplemente de pautas sociales que van por libre. Conviene revisar los rituales. Diría más: conviene interrogarse sobre si tienen significado o si han quedado obsoletos. Porque acaso se pretenda ver el rostro propio en ellos y puede que apenas devuelvan un pálido reflejo del individuo social. Lo cual remite a los hombres penosa y paulatinamente a las tinieblas.




2/6/12

164.





¿Cuántas palabras no hay que cambiar hasta encontrar las palabras adecuadas? ¿Cuántas pulsaciones de letras no se ejecutan en vano? ¿Cuántas palabras que nos parecen oportunas dejan de serlo nada más concederlas carta de creencia?



1/6/12



(Pulsar las letras, pero buscar las palabras adecuadas)



163.




Se nos repite frecuentemente una frase que dicen que es de Sócrates: conócete a ti mismo. Sin embargo apenas se habla de aquella de Heráclito: me he investigado a mí mismo. Este fragmento de Heráclito me obsesiona. Hasta el punto que me gustaría que fueran también mis últimas palabras balbuceadas. Francamente me parecen más humildes y menos imperiosas que las socráticas.   



162.




¿Escribir para soñar o soñar para escribir? Acaso tales funciones se alimentan mutuamente. Sin saber dónde hay más nutrientes. Pero en cualquier caso se trata de dos ejercicios que, persiguiendo diferentes objetivos, convergen en el entusiasmo del hombre.



161.




No sé bien si las tertulias de la hora del café se mantienen como en los viejos tiempos. Supongo que no. Que los nuevos sistemas humanos de relación han sustituido los encuentros físicos. O bien que estos ya no tienen el sentido de antes. Cierto que nunca han sido la panacea, pero aún recordamos algunos su talante benéfico para el desahogo y el consuelo, donde algo aprendimos y otro tanto desaprendimos. Cierto también que han sido espacios desde los que se difundían rumores (malintencionados muchas veces), donde se ejecutaban pomposos discursos inútiles que buscaban dejar con la boca abierta, donde se ha conspirado o bien se han difundido consignas de modas, de política o de ideas en general. No es que ya no se practique el hablar, sino que la forma  -hoy se diría la fórmula-  probablemente se haya reconducido. Ahora se lleva mucho la tertulia a pie de puerta de bar, por aquello de que ya no se puede fumar dentro. Son encuentros rápidos y evanescentes para unos. Más prolongados para los ociosos y jubilados que le dan al cigarrín o simplemente a matar el tiempo (frase que siempre me escalofría) Sospecho que también los mensajes son más precipitados y, por lo que capto en ocasiones, más simplones y demagógicos. La tertulia histórica tradicional creaba sus silencios, fomentaba el hablar reposado, cedía amablemente la voz al otro. O, aunque hubiera excitación en la defensa ardorosa de las ideas, se daba vueltas a los argumentos. No sé si permanece aquel espíritu o el estrés y la agitación de nuestros días lo han hecho perecer. Pero que se sigue moviendo opinión, no me cabe duda. Otra cosa es la calidad de esa opinión. Pero yo tampoco soy ningún exégeta para decidir acerca del bien o el mal de los comentarios. Aunque algunos me depriman cuando paso delante.