No sé bien si las tertulias de la hora del café se mantienen como en los viejos tiempos. Supongo que no. Que los nuevos sistemas humanos de relación han sustituido los encuentros físicos. O bien que estos ya no tienen el sentido de antes. Cierto que nunca han sido la panacea, pero aún recordamos algunos su talante benéfico para el desahogo y el consuelo, donde algo aprendimos y otro tanto desaprendimos. Cierto también que han sido espacios desde los que se difundían rumores (malintencionados muchas veces), donde se ejecutaban pomposos discursos inútiles que buscaban dejar con la boca abierta, donde se ha conspirado o bien se han difundido consignas de modas, de política o de ideas en general. No es que ya no se practique el hablar, sino que la forma -hoy se diría la fórmula- probablemente se haya reconducido. Ahora se lleva mucho la tertulia a pie de puerta de bar, por aquello de que ya no se puede fumar dentro. Son encuentros rápidos y evanescentes para unos. Más prolongados para los ociosos y jubilados que le dan al cigarrín o simplemente a matar el tiempo (frase que siempre me escalofría) Sospecho que también los mensajes son más precipitados y, por lo que capto en ocasiones, más simplones y demagógicos. La tertulia histórica tradicional creaba sus silencios, fomentaba el hablar reposado, cedía amablemente la voz al otro. O, aunque hubiera excitación en la defensa ardorosa de las ideas, se daba vueltas a los argumentos. No sé si permanece aquel espíritu o el estrés y la agitación de nuestros días lo han hecho perecer. Pero que se sigue moviendo opinión, no me cabe duda. Otra cosa es la calidad de esa opinión. Pero yo tampoco soy ningún exégeta para decidir acerca del bien o el mal de los comentarios. Aunque algunos me depriman cuando paso delante.
Las tertulias ahora son con el whatsapp o alguna red social, los encuentros físicos ya son virtuales y las conversaciones son con intrascendentales temas... no se que camino llevamos, si es el correcto o no, pero lo cierto es que añoro el pasado.
ResponderEliminar