26/9/12



(Lo preocupante es el asalto diario en un mundo al revés.
Es deseable que la fortaleza de la lucidez resista,
no obstante todos los castigos y perversiones que se infligen sobre ella)



341.




Leo por alguna parte: ¿No hay manera de que dejemos de ser un lamento? Pienso en que no es tanto el repertorio de quejas lo que nos persigue a los paisanos. Más bien la dificultad que encontramos para conjurarlas.



23/9/12

340.




Lo paradójico de esa paralización aparentemente pacífica, basada en el control de unos pocos, si bien con el beneplácito o el dejarse llevar de un número superior de individuos, es que acaba quebrando antes o después. La parálisis oculta la convulsión. Y ésta siempre busca otro estado, exige una salida, se expulsa incluso sin que prevea. ¿Por qué no estar atentos a las señales?



22/9/12

339.



No entiendo las palabras si no van en la dirección práctica. Práctica es ante todo acción, convencimiento de obrar y actitud de cambiar. Hay otro sentido menos dinámico, el de uso, anclado en una cota que no entiende sino de transacción mercantil, comportamiento convencional y conducción inerte. Este sentido es el más normalizado, pero tal normalidad acaba en la perpetuación de la propiedad que ejerce una minoría de vivientes sobre el resto de las vidas y a la larga en la parálisis.


338.




¿Hastío y vergüenza por la reducción del lenguaje? Sí, y también por su utilización maniquea, justificadora de lo injustificable. Ese uso cotidiano de expresiones vanas con apariencia de sentencia docta, que pretenden recoger la erudición de los refranes antiguos. Pero es lo que hay, es una de las más afamadas del momento. Te la sueltan con un tono de lamento y resignación.  Como una concesión a lo inevitable, como una rendición al destino, como una paralización ante el muro. Trampa para negarse a dialogar, para impedir que se deshagan los entuertos, para detener la búsqueda de explicaciones que siempre deben conducir a modificar los hechos. Malévola intención de desmovilizarnos a todos, no fuera a ser que de pronto descubramos que no somos ni ovejas ni rebaño ni grey y que estamos cansados de que pastoreen con nuestras vidas.

337.




Sentir desinterés o náusea en el momento de despertar  -depende del volumen grueso de la noticia y sobre todo de la capacidad de encaje personal-  al escuchar por la radio un boletín de noticias. Esa sensación de que apenas nos cuentan lo que hay de fondo. Esa estructura rígida del tratamiento, que se pretende ágil y solo consigue desviar mi atención. Recordar esa frase hoy tan extendida en la sociedad: más de lo mismo. Consigna que se pretende sabia y que a la vez cercena. Que, no obstante, hace que me desinterese. ¿Lo que deba de ser será? Otra de las cruces de un cierto tipo de lenguaje. Basado en la experiencia, sí, pero también en una mala asimilación. Lenguaje de la decadencia, del abandono, de la renuncia. 


336.




Levantarse de madrugada simplemente porque no hay manera de seguir durmiendo. Cambiar un panorama interior en el que eres tú pero también alguien ajeno por el paralizado horizonte de la calle. Cuando el amanecer es tan tibio que apenas percibes que se desprende de la noche. Un inapreciable pero incesante cambio del que solo tomas conciencia cuando la claridad se ha consolidado. Algo así como la vida. ¿Cuántas visiones de la luz perdemos porque nos obsesiona su cénit y no cada instante? 


20/9/12



(Aleccionados e instigados por sus amos
no cejan de husmear, corretear, perseguir, intimidar y conducir al hatajo
 hasta el aprisco) 


335.



¿Hay elección? Cualquier proyecto mediático que pretenda servir honestamente al ciudadano es minoritario y de escasa influencia. Luego su tiempo vital no tiene horizonte. Pero si lo tuviera, si su incidencia estuviera rodeada de éxito, ¿no procurarían integrarlo los que tienen la bolsa y el subconsciente en sus manos? O lo más factible: ¿no sería desintegrado por los diversos agentes del mercado: acreedores, publicistas, empresas anunciantes, administraciones? Y sin embargo, como Sísifo portando la piedra arriba y abajo, hay que perseverar en el intento, aunque se sepa previamente que está abocado al fracaso.



334.



¡Tienen la prensa, tienen la bolsa, y ahora tienen también el subconsciente! Con este aforismo clamoroso sintetiza Karl Kraus  -aforismo escrito en el primer tercio del siglo XX-  magistralmente lo que son los recursos del poder. Por supuesto, el poder dispone de más resortes, algunos tradicionales e históricos. Pero los que cita el vienés son los modernos, los que siguen en vigor ampliados y desarrollados. Por supuesto, adaptados a las circunstancias cambiantes. Para el poder son medios imprescindibles. Además Kraus sintetiza lo que es la sumisión de la sociedad y hasta dónde alcanza la entrega del individuo. Agarrados por el subconsciente -ese mundo de sueños, aspiraciones y deseos frecuentemente inalcanzables, verdadero palo y zanahoria que van por delante- el mercado siempre triunfa. Se lo damos hecho.




18/9/12

333.




Imprescindible lo mediático para procurar que el redil cumpla la función. Y que las ovejas no se desmanden. Todo está atado y bien atado. ¿Habrá cabos sueltos?



332.




Generadores de eufemismos, los medios se autodenominan en estos tiempos creadores de opinión. ¿No sería mejor que proporcionaran el máximo de información y dejaran que los individuos nos formáramos por nosotros mismos la opinión? Ya, es pedir peras al olmo. Los medios pertenecen a distintas huertas y solo responden a lo que los hortelanos quieran cultivar. Dudosa libertad de prensa. Dudosa opinión. Dudosa formación interior.



331.



La prensa ha sido uno de los elementos más controvertidos de la historia contemporánea del mundo. Por extensión, todos los medios de comunicación actuales lo son. Haz y envés de lo nombrado y de lo ocultado, las empresas periodísticas han logrado convertir el periodismo en esquizofrenia, cuando no en ausencia. Probablemente desde su origen el periodismo haya sido espúreo. Sometido al juego de intereses, tanto en su faceta económica como política, al servicio de las ideologías dominantes y religiosas, ha cumplido muy oportunamente su labor de conducción al redil. Por supuesto, ha habido prensa díscola. Minoritaria.  



16/9/12




(El redil como forma de vida.
¿Es nuestro destino ser ganado?)


330.




El embuste lo llevamos pegado a la piel. Además nos rodea. Además nos acosa. Mínimo pero necesario y exigible (autoexigible) esfuerzo: distinguir, intuir, deslindar. Y no necesariamente casarnos a la primera de cambio con lo que se nos ofrece. Si la vida es mercado y el mercado, según escribe Robert Burton en su Memoria de la melancolía, es un lugar donde se engañan unos a otros, una trampa, conviene mantenernos en guardia. Vigilar no es cerrarse. El pensamiento y la capacidad de discernimiento es una ventana, una herramienta, una garantía de autodefensa. ¿Lo utilizamos con acierto? O como se dice ahora, ¿los rentabilizamos como sistema personal?



15/9/12

329.




Advertencia: no todo lo que se ofrece como conocimiento pinta tal. Hay mucha apariencia en el mercado de las ideas, lo cual conlleva a un esfuerzo, a veces intuitivo, por hallar lo verdaderamente nutricional. No dejarse afectar por la oferta y la demanda del engaño. Se puede pasar sin pagar peaje entre vendedores de doctrinas, fabricantes de ideologías, difusores de sueños y paraísos y repartidores de entretenimiento.


328.




Ama el conocimiento y desprecia las patrañas. (Nada más despertar se ha instalado esta frase en mi mente, no sé si como advertencia o como renovación)


14/9/12

327.




Decir como dicen algunos que disponer de un talante indagador, crítico y exigente, si se traspasa la mera frontera de lo cercano y cotidiano, conduce a correr riesgos es una necedad. Cualquier actitud, sea efectuada activa y cabalmente o de modo sumiso, implica riesgos. El peor de todos, negarte a ti mismo la capacidad de control. Opinar banalmente que la vida personal  -¿dónde empieza y dónde acaba la expresión de vida personal?-  es una cosa y la relación que implica a ésta con el mundo es otra absolutamente diferente, incluso enfrentada, es un error de apreciación que reduce al individuo y lo hunde en la impotencia.






326.



Hay individuos que ejercitan la renuncia desde temprana edad. Pero no es definitivamente representativa. Comienza a serlo cuando asoman al mundo adulto y se integran en él como en una cinta transportadora. Seres para los que ser maduro es asentir y ceder. Asentir sin tamizar y cuestionar, en función del propio criterio, cada acontecimiento de la vida puede ser suicida. Y sin embargo, cuántos aceptan por las buenas su muerte en vida. Cuántos descartan tener un criterio independiente y reflexivo.



13/9/12

325.




No, no es cierto que nada de lo humano me sea ajeno. Muchos hombres me resultan distantes. Bastantes comportamientos no los asumo. Demasiadas imágenes que hacen circular con sus apariencias las rechazo. Y sobre todo me generan desafección por sus repetidas y permanentes renuncias. Se dan por satisfechos con lo mínimo. Venden su primogenitura por nada.


9/9/12



(El vértigo de la humanidad:
la atracción irreprimible de la caída libre)



324.




Admitir nuestra inocencia es reconocer nuestra desprovisión y nuestros límites sin ignorar el impulso que nos pide ir siempre más allá. No obstante, estamos marcados por leyes de la naturaleza que interactúan en el plano que ocupamos. Acaso esa lucha por desmarcarnos de alguna manera, tal vez ingenuamente, de la naturaleza y regatearla sea semejante a la que expresaban los hombres frente a los dioses en la mitología clásica. El error humano actual reside en olvidar la alianza con la naturaleza y olvidar nuestra condición de aprendices de brujo. 



323.




La inocencia de la niñez en la órbita de cada individuo probablemente tiene su reflejo o su equivalencia en la inocencia de los diferentes estadios por los que ha transcurrido la especie humana. No deberíamos confundir inocencia con pureza. El niño es inocente en un sentido pero expresa también sus características naturales de agresividad, envidia, competitividad, etc., lo cual reduce su supuesta pureza a una categoría abstracta. El hombre -y más que nunca en el estadio histórico presente, de difícil nomenclatura-  es capaz de mostrar sus grandes y más constructivas obras y a la vez expresar su capacidad depredadora y hostil más abominables. Yo me reconozco en ese hombre inocente que encuentra acicate en el conocimiento, en la creatividad y en el intento de aproximación, comunicación y acuerdo entre los seres. Aun admitiendo que las trabas son grandes, los desafíos inciertos y el precio que se paga elevado.


    

322.




Y Miller continúa diciendo respecto al hombre que escribe: "Está intentando recapturar su inocencia, pero todo lo que logra hacer (escribiendo) es inocular el mundo con un virus de desilusión. Ningún hombre pondría una sola palabra en un papel si tuviera el coraje de vivir aquello en lo que creía". Compleja interpretación. ¿Pone a la inocencia como sistema de valores que queda desvirtuado en la madurez y deja al hombre desarmado? ¿Tal  vez por ello el hombre inventa historias, bien las ponga por escrito o adquiriendo formas de vida falsas que le justifiquen el resto de su existencia? Si la inocencia solo se vive una vez  -de ahí que nos fascine tanto el comportamiento de un niño-  ¿quiere decir que estamos condenados a que todo descubrimiento de adultos sea venenoso y no conduzca a ninguna alegría nueva? Me cuesta aceptar la idea de una pérdida definitiva de la inocencia. Por supuesto, las formas y el código de valores de la infancia se pierden antes o después. Pero ¿acaso no es la labor de prospección y hallazgo del hombre  -bajo sus comportamientos de artista, científico, diletante curioso, escritor, etc.- la manera de recapturar esa inocencia?   



321.




Henry Miller escribió en Sexus: "Un hombre escribe para expulsar el veneno que ha acumulado debido a su estilo de vida falso." Pienso si hay otro estilo de vida que no sea como él señala. Acaso por esa razón que expone Miller uno va marginándose lentamente de relaciones convencionales y de actos que no le dicen nada. Y se encierra en sus propios devaneos. ¿O se abre paso a través de ellos hacia espacios más llevaderos donde difícilmente pueden entrar otros? Desde luego la idea de alguna tierra prometida la perdí hace tiempo.  



7/9/12

320.




Tiempos extraños en que no se sabe si se emite antes la queja o se enuncia la duda.


319.




¿Desprenderse para hacer crecer otro cuerpo fuera del individual? Algo, al menos; con algo es suficiente. Probablemente ya se esté haciendo, sin que muchos lo adviertan. Y la historia de nuestras sociedades sea ante todo una historia nutricia, al menos en lo fundamental. Los tiempos duros pueden clarificarlo.


6/9/12




(Sentir el desprendimiento dentro de nosotros.
Entusiasmarnos con nuestra entrega al universo)



318.




Escribir como ejercicio de silencio activo. Aunque el magma sea sumamente ruidoso.



5/9/12

317.




Si hay silencio, que sea un silencio activo.


316.




Y sin embargo son los tiempos de incertidumbre los que nos ponen en el camino de buscar la claridad de las cosas. ¿Qué digo? ¿No es propio más bien de este tipo de tiempos la oscuridad, la confusión y la desesperanza, por lo tanto un arrojarse a una suerte de abandono? Evidentemente cuando se cuestiona la biología social también queda a la intemperie toda nuestra cultura. Si las necesidades flaquean en su satisfacción nuestra adquisición de conocimiento también corre sus riesgos. Pero solo caben dos posturas: o hundirse en la aceptación suicida del momento histórico o reaccionar comprendiendo siquiera en alguna pequeña dimensión este momento.





315.




Tal vez todos los tiempos vividos son tiempos inciertos. Aunque en ocasiones se den determinados ciclos que impulsan el sueño  -y el señuelo-  de la seguridad y casi el del paraíso alcanzado. Por supuesto, no para todos los mortales. El presente me hace comprender el pasado, con su conveniente relativización. Entiendo, por ejemplo, la severidad de mi padre a la hora de contener los gastos domésticos o su obsesión porque los hijos aprovecháramos los estudios y, como se decía entonces, nos labráramos un futuro. Ellos, nuestros padres, eran también presa de la incertidumbre. Puede que con mayores y poderosas razones, puesto que sabían de dónde venían y qué débil y costoso era mantenerse día a día.   



4/9/12

314.




Siento un profundo respeto por toda labor modesta y silenciosa de aquellos individuos que actúan a favor de la gente. En tiempos en que se defenestra con el lenguaje y el desprecio  -es legítimo criticar pero también cómodo e ineficaz si se limita a un improperio-  a muchos cargos elegidos electoralmente tengo que alzar una voz por los dignos, los sinceros, los desinteresados, los preocupados de verdad por la política. Porque los hay. Acaso entre los electos existan más figurones, oportunistas o simples seguidores de la voz del amo. Pero detrás, en bases activas, estén o no agrupados en entes, sean cuales sean esas agrupaciones pero siempre con fines de avance, hay gente cuerda, sensata, que aporta. Como les he conocido desde siempre y sé distinguirlos todavía tengo que hablar por ellos. Son los irreductibles, como Espartaco. Son los imprescindibles, que decía Brecht.




3/9/12

313.




Hijos del orden que no del caos. Aunque justamente hayan pasado a la historia siendo conocidos por la historiografía del sistema como anarcoides o subversivos, ellos reaccionaron contra lo establecido porque lo veían precisamente desordenado. No podían aguantar los efectos malvados que ese orden causaba. Revolucionarios, dentro de sus matices de tiempo y espacio y en sus modos de afrontar la denuncia social y ética, no dejarán de ser referentes para cualquier humano que desdeñe la barbarie. Pienso en Espartaco, por ejemplo, o en Savonarola o en Bartolomé de las Casas o en Rosa Luxemburgo y Karl Liebknech, cada uno de ellos afrontando situaciones de injusticia extrema. Pienso también en todos los disconformes anónimos cuyos nombres no irán más allá de su ámbito familiar o del olvido.


1/9/12

312.




Ese eterno principiante que es el hombre se trasciende a sí mismo, simplemente por inercia. Qué hay de hombre histórico y qué de hombre natural (componente de la naturaleza) son los dos espacios que forman como lo cóncavo y lo convexo una sola unidad. Seguramente la historia humana, que hace creer que el hombre se distanció de su origen primigenio como especie animal, reviste la complicidad de que hace gala precisamente por su instinto aún sumamente natural. Nunca podrá renunciar a él, ni siquiera en su disolución.