Hijos del orden que no del caos. Aunque justamente hayan pasado a la historia siendo conocidos por la historiografía del sistema como anarcoides o subversivos, ellos reaccionaron contra lo establecido porque lo veían precisamente desordenado. No podían aguantar los efectos malvados que ese orden causaba. Revolucionarios, dentro de sus matices de tiempo y espacio y en sus modos de afrontar la denuncia social y ética, no dejarán de ser referentes para cualquier humano que desdeñe la barbarie. Pienso en Espartaco, por ejemplo, o en Savonarola o en Bartolomé de las Casas o en Rosa Luxemburgo y Karl Liebknech, cada uno de ellos afrontando situaciones de injusticia extrema. Pienso también en todos los disconformes anónimos cuyos nombres no irán más allá de su ámbito familiar o del olvido.
Yo pienso que entre ellos se llevarían fatal, si los juntáramos.
ResponderEliminarActuaban por desear un nuevo orden, es cierto, en cambio el terrorismo violento y generalizado apunta a sembrar el caos, a destruir sin pretender después construir.
ResponderEliminarTú mismo dices el motivo: ¿y si aquello que nos parece ordenado fuera en realidad el caos mismo?
ResponderEliminarComo dices; ellos encarnaban la lucha por un nuevo orden. Quizá el que ellos propusieran diera lugar a nuevos "desórdenes", pero en el caso de los que citas, incluyendo los anónimos, nunca lo sabremos.
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