La inocencia de la niñez en la órbita de cada individuo probablemente tiene su reflejo o su equivalencia en la inocencia de los diferentes estadios por los que ha transcurrido la especie humana. No deberíamos confundir inocencia con pureza. El niño es inocente en un sentido pero expresa también sus características naturales de agresividad, envidia, competitividad, etc., lo cual reduce su supuesta pureza a una categoría abstracta. El hombre -y más que nunca en el estadio histórico presente, de difícil nomenclatura- es capaz de mostrar sus grandes y más constructivas obras y a la vez expresar su capacidad depredadora y hostil más abominables. Yo me reconozco en ese hombre inocente que encuentra acicate en el conocimiento, en la creatividad y en el intento de aproximación, comunicación y acuerdo entre los seres. Aun admitiendo que las trabas son grandes, los desafíos inciertos y el precio que se paga elevado.
Declaración de intenciones y de intentos. Muy válida, encomiable, poco frecuente.
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