La diagonal me acompaña por las mañanas: una línea larga divide los edificios de enfrente entre sol y sombra. A veces la percepción es menor, casi se confunden los espacios contrapuestos y la línea está apunto de desaparecer. La diagonal es la percepción de dos mundos, de dos luces, de dos conocimientos.
Pero Elías Canetti decía algo más interesante. Decía que lo que hace avanzar el conocimiento es el conocimiento lateral. “A medida que crece, el saber cambia de forma. No hay uniformidad en el verdadero saber. Todos los auténticos saltos se realizan lateralmente, como los saltos de caballo en el ajedrez. Lo que se desarrolla en línea recta y es predecible resulta irrelevante. Lo decisivo es el saber torcido y, sobretodo, lateral.” Me pregunto entonces si podré cambiar lo diagonal por lo lateral. O simplemente hacer que ambas líneas convivan sin interferirse dentro de mí. Más bien, complemetándose.