23/10/14

480.



Aprendí de adolescente a leer la prensa y a no creerme lo que decía. No obstante debo precisar que eran tiempos oscuros donde no había elección. Por lo tanto tenía que ser desconfiado por principio. A pesar de ello aprendí a distinguir entre la prensa porque había atisbo de opiniones diferentes y tras los márgenes escuetos veías cierta luz informativa. Y sobre todo el brillo de la esperanza de que aquello cundiera más. Cierto que la prensa sirve a sus señores, pero los intereses de esos dueños no siempre son coincidentes y muchos de ellos no despliegan expresiones torticeras e insanas. Hoy, siquiera por ser consecuente con lo que he visto en mi vida, no puedo concluir que todos los periódicos se presten a la demagogia más burda y a la insensatez más agresiva. Del mismo modo me horroriza esa expresión maximalista y cruel, más emocional que racional, del todos son iguales, que se aplica con ligereza a las entidades políticas y a veces a las sociales. Pues bien, me entero de que al tratar el problema de la enferma de ébola que ha recabado durante semanas la atención del país, y de la que dicen las autoridades sanitarias que se ha curado, hace días en un medio de radio  con vínculos eclesiásticos ya tenían preparada la plantilla de noticia en que la daban por difunta. Anteayer otro periódico de la falacia, con gran tradición conservadora, que en este país es sinónimo de intolerancia, ya  se había preparado su obituario. Pobres de los que lean tal prensa o escuchen alguna radio bendecida por la providencia divina. Qué triste sino el suyo por vivir siempre entre tinieblas. 



12/10/14

479.




Sensación embargante  -¿por qué no también embriagante?-  de otoño. Nada empieza, nada termina. Todo es. El día que lo entendamos nos dará sentido. Y aunque no lo lleguemos a comprender, seguiremos siendo. Más allá de nosotros. Aunque no lleve la soberbia de nuestro nombre y de nuestra presencia. Porque todos somos  -y acaso principalmente-  una o varias formas de alteridad, sea cual sea la materia.




5/10/14

478.




Despertarme con Heráclito: "La enfermedad hace agradable la salud; el hambre, la saciedad; la fatiga, el reposo". Su lógica de los contrarios sigue siendo la lógica de todos los tiempos. Matices circunstanciales aparte. ¿Es a partir de la percepción negativa de las cosas y de la carencia como apreciamos el don de la vida? En cuanto gozamos, disponemos y cubrimos tendemos a olvidar nuestra dualidad. De ahí que despertarse con un fragmento de Heráclito suponga una miga de consuelo.