Solo cada cual sabe cuánto nos habla y lo que nos dice el silencio.
Los silenciosos no están bien vistos, sobre todo si callan
cuando todo el mundo espera que digan algo.
Que digan algo que guste a los que esperan.
Es la tragedia de la masa: cada uno de los que forman parte de ella
no arriesgan lo suficiente su decisión de decir con oportunidad.
Pero tampoco de callar con valor.
El silencio a tiempo edifica.
Solo es posible el diálogo a partir de silencios conscientes.
Hablar por hablar es vocinglería y, por lo tanto, confusión.
(Imagen de Manel Vizoso)