Tras visitar esta mañana un centro comercial de esos múltiples y a lo grande, me he preguntado con cierta ingenuidad: todo ese zoco de lo último de lo último, ¿fomenta el deseo o acaba con él? Cuando la seducción como calidad queda desbordada por la imposición de la cantidad, ¿aumenta el deseo en su sentido más primario o es sustituido por la neurosis?
Tu duda es muy natural. Yo creo que hay personas que piensan que tener lo último de lo último en moda, tecnología, electrodomésticos, coches, etc, es la condición necesaria para tener cierto estatus, dar una buena imagen social y, en definitiva, no parecer fracasadas. Todo son espejismos, pero funcionan. Comprar y comprar parece ser el mecanismo que mantiene el engranaje económico funcionando.
ResponderEliminarNo creo que compren por seducción sino para no sufrir el síndrome de abstinencia.