Escuchado temprano en el autobús, de boca de una mujer de edad avanzada: todos tenemos marcado nuestro día y nuestra hora. ¿También los minutos, los segundos, las micras, los latidos? Si está tan registrado, ¿cómo es que no lo vemos venir?, te dan ganas de responder a la mujer. Las frasecitas lapidarias, que pretenden contener sabiduría, pero cuya intención más recóndita proviene de otros charcos, siempre me parecieron malsanas. Pertenecen a la tradición más siniestra de la superstición y el oscurantismo. Por cierto, ¿dónde demonios he puesto el calendario?
Da igual que encuentres o no el calendario,para lo que vale...
ResponderEliminar¿Qué es el destino?
ResponderEliminarEs un perro que ladra.
(decía Panero)