A veces pienso en el significado y sentido del diálogo. Una expresión socializada moderna, que ha superado los recursos literarios de otros siglos, cultivados por minorías. La capacidad de intercambiar discurso, es decir, punto de vista entre dos o más individuos. Y en su dimensión de proyectarlo colectivamente hasta hacer de él no sólo un método sino una especie de criterio moral para el entendimiento. Tal vez pienso demasiado en la infinitud y a su vez en los límites del diálogo, porque tuve necesidad, junto a muchos otros hombres y mujeres de mi generación, de descubrirlo por el bien hacer y para el mejor llevarnos. Hoy uno teme por su supervivencia. El poder y la autoridad, que deberían recoger como guía el amplio desarrollo del diálogo, se comportan no solo como traidores al entendimiento sino como auténticos energúmenos de la sinrazón.
Voy a hurgar más por aquí, tiene buena pinta.
ResponderEliminarte damos la bienvenida a nuestro blog Escritores Recónditos. Compartimos el placer por la buena literatura.
ResponderEliminarSalud