A aquel lema vanidad de vanidades, todo vanidad que ya se repetía en textos bíblicos y postbíblicos habría que incorporar en nuestros tiempos el de corrupción de corrupciones, todo corrupción. Sin embargo, basta ver por los noticiarios qué tipo de personajes presuntuosos, dominando resortes de poder, son los que practican la antigua religión de utilizar en su provecho los recursos públicos para darnos cuenta de que vanidad y corrupción recorren juntas análogo camino. No tengo claro cuál de ambas figuras es reflejo de la otra. Acaso las dos se motivan y reproducen en el mismo espejo delictivo.
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