Los dos acontecimientos celtibéricos de estos días -fútbol y coronación- deberían recalar en la misma costa, en la de la humildad. O uno verse en la imagen del otro y tomar nota. Sé que es pedir demasiado. Que los hombres no erigen castillos para desear que caigan en dos días. Si pensaran antes si las arquitecturas de la vanidad son necesarias no se verían sometidos al riesgo, al coste y al desengaño. ¿Es mucho pedir en estos tiempos curas de humildad y renuncias a la soberbia? Probablemente, pero para que fueran posibles la ciudadanía debería rechazar el show e ir al meollo de lo que condiciona la vida cotidiana. Palabras mayores. Que tal vez nunca conoceremos como actos.
De principio a fin: ¡de acuerdo!
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