Debilidad por los mapas y los planos. Esa visión representada del territorio, siempre tan fascinante. Esa proyección de unas medidas más o menos precisas. Con su visión limitada pero avanzada, los mapas de los continentes y naciones daban una idea que tuvo que ser guía y secreto de estado en su tiempo. Mientras, los planos de las ciudades levantaban una especie de acta notarial del caserío y sus propiedades. Juego a localizar sobre planos antiguos la finca donde ahora se asienta el edificio en el que vivo. Aquellas huertas, aquellos alfares, aquellos jardines de conventos, aquella vaquería, aquel muladar, aquella manzana de viviendas...Un ejercicio simbólico de cartografía que complementa lúdicamente mis paseos urbanos.
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