De vez en cuando conviene preguntarse acerca de los rituales humanos. Los hay a millares, en función de las supuestas necesidades de las tribus de toda clase de cultura, etnia, ideología o religión. O simplemente de pautas sociales que van por libre. Conviene revisar los rituales. Diría más: conviene interrogarse sobre si tienen significado o si han quedado obsoletos. Porque acaso se pretenda ver el rostro propio en ellos y puede que apenas devuelvan un pálido reflejo del individuo social. Lo cual remite a los hombres penosa y paulatinamente a las tinieblas.
Pues yo tengo los míos propios. Quizá sea rabiosamente individualista, es posible. Lo cierto es que son rutinarios y/o domésticos. Me proporcionan una absurda satisfacción, una irracional seguridad. La reiteración asegurando la continuidad dentro de unos parámetros conocidos, en los que encerramos nuestros hábitos.
ResponderEliminarUn saludo.