15/6/12

189.




La espiral remite a un mundo simbólico amplio. Representado por la naturaleza en muchas de las especies o convertida en expresión plástica por los humanos desde las manifestaciones culturales más primitivas, yo siento la espiral como algo más. Un estado de vivir. Tal vez un estado de ser. Siempre en dos direcciones. Toda expansión, sea cual sea la orientación que tomen, no implica la negación de la procedencia. Lo que algunos llamarían conexión centro con periferia no me basta. Tampoco el dibujo de un punto inicial que me lanza a un destino que no se detiene hasta el fin de mis días. El origen tampoco fue tal. Nuestra espiral personal es una menudencia si se compara con la multiplicidad como se manifiesta universalmente. Conviene mirarla con ojos de admiración ilusionada. No soy partidario de ver en la espiral un fatum castrante. Esa concepción de no tener origen ni destino, no obstante nuestros límites físicos relativizados, calma mi ansiedad y hace de la vida un vínculo superior, sumamente estimulante.






2 comentarios:

  1. Yo siempre dibujo espirales cuando hablo por teléfono. Me gusta, la espiral, el espacio abierto. Parece laberínto si estás dentro pero sólo hay que seguir para encontrar el centro o la salida.

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  2. Me gustan las espirales también... Relajan.

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