Otros suelos. Otras calles. Otras casas. Otros olores. Otro río. Otros extramuros. Otra dimensión de la ciudad. Tampoco hace tanto que todo era diferente. Pero como lo próximo ya lejano lo he conocido, imagino la ciudad en una cuenta atrás de siglos. Me remonto hasta el punto en que aún nadie había fundado la ciudad. Me sorprendo de lo que me encuentro.
Muchas veces los cambios de perspectiva en relación a nuestro mundo exterior surgen a consecuencia de grandes cataclismos interiores que nos sacuden hasta los cimientos. Otras, la modificación de nuestro modo de ver las cosas, simplemente surge de nuestro propio crecimiento...
ResponderEliminarUn abrazo.
Esta mañana mismo, cogí el coche sin rumbo fijo, y escapé de la ciudad. No sabía hacia dónde me dirigía y anduve conduciendo algo más de una hora.
ResponderEliminarHuelga decir, que di a parar en aquello que llamamos campo: sin un alma, una brisa bastante agradable y temperatura soportable, paisajes desérticos de figuras humanas; si acaso, a lo lejos un tractor trabajando la tierra... Como loco, me puse a improvisar y a correr ladera arriba, abajo... por suerte llevaba consigo la cámara. Fue divertido huir del cemento...
Mi máxima es, "no salga nunca sin su cámara..."
Un afectuoso y cordial saludo.