23/5/12

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Entre tópicos, refranes, dimes y diretes y dichos tradicionales, la gente cree saber más de lo que realmente sabe. Un refrán que me repetían mucho en la infancia: el saber no ocupa lugar. Tal vez pretendían estimular el esfuerzo del niño en su aprendizaje. Hasta hace pocas décadas los refranes eran armas arrojadizas, actitud proveniente de una sociedad históricamente tan rural como la española. Los padres, los maestros, el súbdito común los utilizaban por sistema, como si supieran más por el mero hecho de pronunciarlos. Sentenciaban lo que no argumentaban. El niño acabó cogiendo manía a los refranes. Solo de mayor los ha redescubierto. Precisamente cuando no cabe en su intención utilizarlos como pedrada. Exponente de un conocimiento empírico, el refrán sí es sabiduría, con todos los límites que conlleva reflejar el saber. Pero sabiduría no es espacio ni tiempo, es materia del mismo ser. Sigo sin tener claro si saber ocupa o no lugar, entre otras cosas porque eso llamado saber no es medible en términos cuantitativos ni si conlleva criterios de consenso. Otra cosa es el mundo neuronal, la capacidad cerebral limitada, también selectiva, que cuando los neurobiólogos hablan nos dan muchas claves. Refranes aparte, yo confieso: qué poco sé. Al borde de indignarme conmigo mismo.




4 comentarios:

  1. Es verdad, qué poco sabemos y nunca dejamos de aprender, aunque sí olvidamos. Hace poco vi una conferencia en la que dijeron que perdemos al día 12000 neuronas (no son muchas?)En fin. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy :-)

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  2. Esto de los refranes nunca lo he entendido bien.
    A veces se contradicen: "A quien madruga, Dios le ayuda"; pero "No por mucho madrugar amanece más temprano".
    Es curioso que antiguamente se dijera que "El saber no ocupa lugar", cuando todo el mundo sabe lo que ocupan los libros en las estanterías de esas enormes y viejas librerías y bibliotecas. Hoy tiene más sentido porque se pueden guardar todos en unos cuantos gigas del ordenador.
    Un saludo.

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  3. Pues yo soy una aférrima defensora de los refranes populares. Aunque a veces se contradigan sintetizan de manera llana muchas elucubraciones filosóficas. Son nanocuentos, mensajes en botella, pequeñas oraciones...más sabe el diablo por viejo que por diablo

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  4. Lo bueno de los refranes es que siempre hay uno que se adapta a tu conveniencia. Me alegro de ir olvidando, porque ser como un personaje de Borges, Funes el memorioso, que no olvidaba absolutamente nada, debe de ser terrible.

    Un saludo.

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