No me tengo ni por un pertinaz colérico ni por un iracundo recurrente. Pero qué difícil es poner a salvo el hígado de la sucesión de medidas nada cautelares que nos aplican cada mañana los aprendices de brujo de la economía y de la política. Importante activar dentro de la mente un órgano depurador de tanta toxina ideológica con que nos obligan a comulgar como si de ruedas de molino se tratase.
Muy mal me sientan a mí esas ruedas de molino. Hasta puede que ya me esté intoxicando.¿Habrá antibióticos ideológicos, que desinfecten las mentes de tantos?
ResponderEliminarUn saludo.