Hacía tiempo que no me quedaba boquiabierto con un relato. El túnel, de Dürrenmatt, será calificado de kafkiano por el simple hecho de que el hombre de Praga escribió antes. Tengo aversión a colgar calificativos que enchiqueran más que abren la fuerza de una narración. El túnel no me deja extremadamente admirado solo por su propuesta final, afinada en una palabra que es un inmenso concepto, sino por un desarrollo que te acepta como viajero lector desde el primer párrafo. ¿O es que Dürrenmatt sabe perfectamente que, leamos o no su cuento, asistimos al hecho de vivir como un viaje sin rumbo? ¿Sin rumbo? Un destino ineludible, no obstante las fantasías con que diariamente ponemos a prueba al viaje y a los viajeros.
Te leo. No siempre entiendo bien lo que nos dices, o al menos no del todo, pero no cabe duda de que posees un tremendo sentido crítico de la realidad del ser humano. No conozco ni el cuento ni al autor, aunque Kafka siempre puso mi mundo patas arriba. Pero es verdad, asistimos a un vivir sin rumbo.Es algo ineludible, y además, muy desesperanzador.
ResponderEliminarBesos, buen fin de semana.