Supón hecho a tu gusto el mundo; y al fin, ¿qué? Es el primer verso de uno de los Robaiyyat de Omar Jayyam que más prefiero. Es un poeta del escepticismo y por lo tanto del relativismo. Nada hay absoluto para él. Nada suficientemente destructor, ni que condescienda al desánimo. Habla de la materia y con los términos de la materia. Su experiencia es fuente de asimilación y de entendimiento. Su diálogo con el mundo es el que tiene consigo mismo. No se solaza con la resignación ni se consuela con señuelos (aunque hay uno que ensalza, el vino, y otro más implícito, el amor) Utilizo Robaiyyat como libro de horas laico y particular cuando algún tipo de aflicción me invade. Es abrirlo al azar y cualquiera de sus cantos o coplas me envuelve y me conduce a un estado de ánimo diferente. Transcribo entero el poema:
Supón hecho a tu gusto el mundo; y al fin, ¿qué?;
supón leído el libro de la vida; al fin, ¿qué?;
supón que has realizado cien años tus deseos:
supón que te quedaras otros cien; y al fin, ¿qué?
Teniendo en cuenta que esa claridad de conceptos es de hace ocho siglos, ¿podemos negarle su claridad? Ay de los modernos, a su lado.
No sé si vas a creértelo, pero yo hago exactamente lo mismo.
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