No vivir con la idea maniática de que hay un destino prefijado. Hay unos puntos de partida, un ambiente y unos medios limitados, una situación histórica amplia y otras más locales e incluso tribales. Es decir, existen condicionamientos e influencias. Orígenes, no necesariamente destinos. Hay también la capacidad íntima, la fuerza inteligente e imaginativa, el sentido de la decisión y de la elección de cada individuo. Ni los orígenes son absolutamente determinantes ni nuestra personalidad supone algo definitivo para saber dónde llegaremos. La clave, el camino, que decía el poeta clarividente enterrado en Collioure. Hoy, la modernidad efímera y mediática repite constantemente y sirviendo tanto para un roto como para un descosido eso de que hay un recorrido. Me suena tan mal, como si uno fuera una liebre y tuviera que ejecutar la carrera para los apostadores.
Coincido...quizás lo que se busca con ese discurso es que se acepte la idea que no tiene sentido luchar, intentar algo fuera de lo esperado, total, todo está predeterminado...
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues a mí no me suena tan mal: es otra manera más pragmática de decir lo que decía tu poeta enterrado en Cotlliure: caminante no hay camino se hace camino al andar.
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