Uno de los primeros errores grossos de los que guardo memoria tuvo que ver con el aprendizaje de la escritura. En mis tiempos aprendimos a escribir con palillero y plumín, untando en un tintero de loza incrustado en el pupitre. Tal ejercicio suponía emborronar frecuentemente la hoja del cuaderno -caer chapones, se decía- pero se trataba de un tipo de error generalizado que nos hermanaba a todos los alumnos. El error al que quería referirme es algo propio, personalizado, que se diría ahora. Un día que nos tocaba llenar los tinteros de cada pupitre echando la tinta de un botellón de considerables dimensiones tuve una extraña obnubilación. Comencé a verter la tinta y cuando estaba lleno el tintero yo seguí echando. La tinta desbordaba la mesa, caía al suelo y empecé a oír las voces de alarma, la bronca del profesor y las risas de los compañeros. Nunca supe por qué, siendo tan obvio, ordinario y racional aquel quehacer, sentí la llamada de mi propia abstracción, y aquel hecho subinfantil me produjo una vergüenza y una confusión mal curadas. Creo que a lo largo de mi vida han tenido lugar diversos despistes -prefiero utilizar ahora este término más suave y bondadoso- que han podido causar trastorno o perjuicio a otras personas. Sin embargo, siempre que los he cometido lo he lamentado a medias. En ese instante de error donde el cálculo se diluye, no he podido quitarme de la mente cierta llamada díscola a obrar a contracorriente. Algo dentro de mí no ha querido que asumiera las reglas del juego, sin que ello haya significado mala voluntad o desprecio a otros individuos. Tampoco me he sentido torturado por un sentimiento de culpa, pues sé que antes o después volveré a tener algún fallo de ignota consecuencia. Es como si a través de tamaña imperfección otro ser quisiera tomar el relevo dentro de mí.
Tiene que ser un enooorme placer dejar derramaar la tinta, que supere el borde del tintero, vaya deslizándose por la mesa inclinada, empiece a gotear por el borde, forme un hilito hacia el suelo y allí un charco que vaya creciendo e inundando pies.
ResponderEliminarUn sucio error pues...:)
ResponderEliminarPasan cosas desde la infancia...... algunos le llaman estar vivos. Bs.
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