14/5/12

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El error es el primer compañero de viaje que conoce un hombre. Antes de aquel error del que tengamos memoria hubo muchos más. Tomamos como referencia alguno de nuestra infancia y luego permanecemos perplejos ante los que vamos cometiendo. Debatiéndonos entre la sorpresa y el malestar, no sabemos cómo corregir del todo los errores. Cuando vigilamos un lado de nuestra vida, algo nos regatea por otra parte. Cuestión de reacción o de elección, los errores nos persiguen en cualquier estadio de la existencia. Lejos de deprimirnos nos deberían enseñar la capacidad de que disponemos para percibir lo nuevo, lo inesperado. Porque, aunque a veces nos parezca que volvemos a equivocarnos en lo mismo que hemos errado anteriormente, podemos deducir también que mantenemos una actitud refleja, juvenil, que nos invita perpetuamente a volver a empezar.


2 comentarios:

  1. El errar nos termina llevando al acierto. O al menos a acostumbrarnos tanto al error, que termina pareciéndonos un acierto :)

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