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Los haikus y los senryûs se me asemejan a los ukiyo-e, los grabados del mundo flotante japonés. El mundo flotante no es lo líquido en el sentido de efímero y que no permanece. El haiku o el senryû pretenden representar lo cotidiano que puede o quiere pasar desapercibido. Puede ser lo insólito, lo inesperado, lo recóndito, la sorpresa por lo desconocido. Es sobre todo el asombro que se produce en nosotros. En una luz del día, en un paisaje, en otra especie, en un comportamiento o en las diversas maneras como fluye lo que tiene lugar a nuestro alrededor. Nuestra percepción se pone en guardia ante el don. Quien capta lo insignificante no lo está reduciendo, sino poniendo en su lugar y tratando de llevar la mirada humana hacia ello. Creo que haikus y senryûs responden a esa pretensión. Percibirlos hoy como elementos cargados de nimiedad al estilo de lo burdo y lo pasajeramente inútil  -como tanto espectáculo como se nos brinda por las ondas mediáticas-  está fuera de lugar. Cito un senryû de Kamegaya Chie:

                          En el espejo,
                          al cambiarme de ropa,
                          se podía ver la nieve.

Su autora me transmite el asombro, de manera análoga a como a ella le impulsara esta descripción. Se me pega el texto y establezco una lectura circular que me sumerge en su profundidad.  



4 comentarios:

  1. Es el arte de expresar mucho con apenas nada. La aprecio y admiro profundamente.

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  2. Sólo las grandes sensibilidades son capaces de sentir este arte.

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  3. Afortunados los seres que pueden.

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  4. ¡Hola!
    Quizás después de todo, la esencia sea lo correcto.

    Saludos de J.M. Ojeda.

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