Una de las mayores torturas que puede tener un hombre en esta vida es no haber aprovechado los dones que se le ofrecieron en su juventud. Las posibilidades de aprender un oficio, por ejemplo, y no haber sacado ventaja de ello. Esa tortura que consiste no tanto en no tener un trabajo o tenerlo más acorde con sus inclinaciones, sino el no haber desarrollado habilidades innatas que hubieran expresado mejor su manera de hacer y de pensar. Hay individuos que avanzan en edad con un rictus de frustración mal disimulado, solo encauzado a través de aficiones y coleccionismos. Cierto es que quien sintió de joven interés y llamada interior por alguna vertiente de orden creativo o indagatorio no los pierde jamás, lo cual puede traducir en un amateurismo nada desdeñable con que mitigar su insatisfacción acumulada. Si son prudentes y no alardean de sus limitados conocimientos adquiridos a lo largo de la vida de forma autodidacta podrán percibir una cierta armonía. Aunque la onerosa cuenta pendiente consigo mismo les dure hasta el fin de sus días.
Nada más cierto que lo que has escrito hoy. Y son muchos o somos demasiados tirando de esa frustración.
ResponderEliminarSaludos.
Muy cierto. El amateurismo sólo mitiga la frustraión de no haber hecho uso de esos talentos que uno sabe que tiene, que arden y claman por ser tomados en cuenta, pero que a veces son desalentados por quienes deberían alentarlos en tí, o simplemente te das cuenta que no has tenido el coraje suficiente para apostar por ellos y elegiste algo más seguro para poder ganarte la vida. Y la vida finalmente acumula y te cobra la deuda.
ResponderEliminarSaludos.
Has descrito a mi padre. Tiene 90 y una marcada frustración por haber tenido que trabajar toda la vida de contable.Por suerte tiene la música y sus hobbies.
ResponderEliminarSaludos.
¡Rediós!¡Cómo me identifico con esa frustración!¡Dichosa cuenta pendiente!¡Qué onerosa es, en verdad!
ResponderEliminarUn saludo
Bueno, es que trabajar en lo que a uno no le satisfaga es una tortura en sí misma. Fue la primera regla de oro que enseñé a mis hijos. Serán más torpes de lo que me hubiera gustado, pero absolutamente felices con su labor.
ResponderEliminarDe todos modos conozco desgracias aún peores ligadas al sentir, no al ser. Bs.
no hay que revolver mucho en eso, lo que no se hizo en su momento ¡ya!
ResponderEliminarel camino hay que andarlo
saludos
Y si te obligaron a renunciar a esas posibilidades, la frustración te acompañará igualmente de por vida, pero quemará todavía a mayor profundidad.
ResponderEliminarMe encanta este blog, Antorcha. No suelo com entar porque es absurdo hacerlo para no aportar nada nuevo.
Leo, aprendo y pienso acerca de lo que Vd. escribe. La fórmula perfecta.
Un abrazo.
Pues no estoy de acuerdo totalmente: nunca es tarde para aprender ni para salir del "amateurismo"
ResponderEliminarNunca es tarde para descubrir esa armonía, nunca.
ResponderEliminarHe visto a gente frustrada descubrirla con 70 años.