El ermitaño o el exiliado interior son figuras que me infunden respeto. A veces hasta me resultan atractivas. Luego pienso que no debo engañarme con estos personajes. Ambos huyen de lo insoportable. Ambos viven en la pobreza; el primero en la más absoluta. Ambos subliman su estado y generan otros estados que les permita sobrevivir. Porque, eso sí, no renuncian a vivir. Antes de dar el paso, yo me pensaría si la alternativa a lo que no se aguanta tiene que ser el malvivir. Obviamente, todo depende del nivel de desprendimiento de su vida al que uno quiera llegar. Nunca se sabe. Como jamás podemos saber si no daremos el paso por la tercera opción: desprendernos del todo de la vida por libre elección.
Lo que llamamos "mal vivir" puede que en realidad sea su camino para la búsqueda de su propio equilibrio interior...o por el contrario, el producto de su propio desequilibrio.
ResponderEliminarA mi no me atraen ni el uno ni el otro. Los respeto, sin más.
ResponderEliminarSaludos.
Ninguna de las tres opciones es buena para mí, imposible!
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