21/7/12

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Una de las cosas que más me reconfortan es toparme en un libro con una cita oportuna. Por supuesto debe haber muchas frases y argumentos en los libros, pero digo oportuna cuando surge justo a tiempo para mí mismo, para mi comprobación, para mi respaldo. Esta cita de ahora viene de perlas en momentos en que la marcha de los acontecimientos es turbia y centra el interés de la gente, y sobre los cuales muchos andamos dándoles vueltas y mareándonos. A menudo creo que la civilización empieza, como sin duda empezará algún día, cuando las razas del mundo dejen de ser turbas crédulas y ovinas y se conviertan en naciones críticas y humanas, eso marcará el comienzo de los diez mil años de una cultura clarividente. Lo dice el protagonista de la novela de M.P.Shiel El príncipe Zaleski, escrita a finales del siglo XIX. Dejando aparte un aparente maximalismo  -me recuerda aquello metafórico de Marx de que hasta ahora se ha vivido la prehistoria de la Humanidad, y solo cuando se socialicen los medios de producción se entrará en la Historia-, compruebo que a Shiel ya le preocupaba en su tiempo la actitud de la grey. La lucha de los elementos se encarna entre los humanos, y mientras los hijos de las tinieblas no hacen más que ocupar y apropiarse de los espacios de la mayoría, con frecuencia ésta calla, acata, pone cara de póker y se limita a buscar sus ínfimas parcelas de hedonismo cotidiano, aunque le llamen sobrevivir. Pero, ¿se resigna? Últimamente se escuchan voces por doquier.


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