A veces uno cree que las palabras están allá abajo, en el fondo del pozo. Y que se reflejan como tiene a gala hacerlo la luna creciente. Es entonces cuando uno se da cuenta de que le falta el caldero para subirlas. Que tendrá que aguantarse su sed o simplemente permanecer asomado al pretil compitiendo con la luna.
Hermosa y atinada metáfora.
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