Idea (y práctica) antigua: aprender de la vejez. Sugerencia (y práctica) más actual, a sumar a la anterior: observar conductas de la infancia. Esos semiocultos rictus y esos comportamientos retraídos (para no desdecir a los adultos) que pueden decirnos tanto de nuestra propia niñez. Y que aún no habíamos descifrado.
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