He vivido tormentas sin ponerme a cubierto. En la niñez me afectaba más su potencia no tanto porque fuera niño, sino porque había un transformador eléctrico al lado y ya se sabía: cada vez que había aparato en el cielo tiraba abajo el transformador (no era excepcional que se produjera incluso un pequeño incendio) Mi padre tenía harta experiencia de las tormentas; había sido pastor en un extenso páramo y cuando yo le preguntaba ¿qué hacías cuando llegaba la tormenta?, me respondía con su escueta pero precisa sinceridad castellana: ¿qué iba a hacer?, pues envuelto en la manta o metido entre las ovejas para no mojarme. Murió de muy viejo. Todos los demás rayos y truenos de su vida (madrugones, tareas, guerra, hambre, dolencias, muertes en su entorno) no pudieron jamás con él.
Un hombre eléctrico.
ResponderEliminarHe visto ovejas abatidas por un rayo...tu padre tenía protección.
ResponderEliminarQué entrada más curiosa, más redonda y más emotiva. Me imagino a tu padre entre las ovejas, arrebujado para no mojarse... Sí, fueron una generación valiente, unos sobrevivientes, unos luchadores. Mi único consuelo es que tenemos sus genes, los genes de esas personas que fueron de una pieza y lo aguantaron todo, y encima con dignidad.
ResponderEliminargente así, hay que conocer a lo largo de nuestro camino
ResponderEliminarsaludos
Que afortunado tener un prgenitor con él. Todo un ejemplo de lo que es "SER".
ResponderEliminarNo quiero perder de vista tu original espacio. Desde ya, te sigo yo también.
Saludos
Sí. Hubo tormentas que no pudieron con ellos, ni siquiera la de la guerra civil de 1936. Pero la vejez... Mi padre falleció próximo a sus 90 otoños, poruque sus 90 primaveras ya las había vivido.
ResponderEliminarLas tormentas de la vida... Y sin embargo, ¡que bello es vivir!¡qué bello es compartir vidas y experiencias!
Me alegro de que tú también vivieras con tu padre esas experiencias que pareces, y que tal vez sean, çúnicas.
Un saludo
Concha.