31/8/12

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¿Por qué la sangre circulante nos remite enseguida a la antítesis de su estado natural? Su estado vivificante se silencia, se considera lo normal y obvio, pero en determinados momentos el símbolo vivo, metamorfoseado por los hechos de la discordia humana, se trastoca impunemente. Su mitificación se ensaña con el don que nos ha dado la naturaleza y la reconduce hacia su pérdida. Su derramamiento implica muerte. Surge el sacrificio. Ideología elemental con que se conjuran temores, se intentan aplacar fantasmas, se quiere demostrar imposición sobre el enemigo. Probablemente no siempre fue la sangre representación alegórica de las ofrendas. Es sabido que la miel, la leche o el vino jugaron un papel sustitutivo de la sangre. Pero, ¿se pretendía en el fondo evitar su efusión?  



 


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