21/8/12

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El amigo Nazario decía que había alternado en su vida tiempos muy sujetos a un horario estricto con otros en que iba absolutamente por libre. Que el secreto del vivir consistía en compensar los tiempos como quien combina alegría y tristeza sin inclinarse nunca definitivamente por el precipicio. Sin embargo, él sabía que no era verdad, que cualquiera de sus amigos, trabajando en fábricas y peonadas, sí que habíamos sido víctimas propiciatorias de la carencia de nuestro tiempo personal. Y con verdadero conocimiento de causa. Mientras que la vida aventurera que él había llevado, no exenta de esfuerzos y penurias, le había hecho más dueño de sus tiempos que a nosotros, los hombres de orden. Pero le gustaba darnos lecciones de chanza y sarcasmo. Así estáis vosotros, nos decía riendo desde su dentadura maltrecha, que tenéis cuerpos de esfera de reloj y caras de minutero y segundero.



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