Había pensado iniciar este texto diciendo mención aparte requieren todas aquellas piedras que el cuerpo humano genera en su interior. Pero nada de mención aparte. Mención en línea con cualquier otro territorio de la naturaleza. El cuerpo humano o de cualquier especie de los mamíferos desarrolla su propia capacidad de sedimentación. No sé si los minerales que formamos son hijos directos de nuestros nutrientes o maneras peculiares de comportarse algún órgano, o una combinación de ambos factores. Así que nada de aparte: mención, y de honor, a aquellas partículas, piedras y pedruscos que nuestros riñones, vegijas, hígados o vesículas suelen aportarnos para mayor constatación de nuestros límites y para muestra de que no debemos olvidar la propia materia de la que estamos hechos. Eso sí, solo les pido a esas piedras de nuestros órganos secretos bastante benevolencia y harta brevedad cuando decidan manifestarse y hacernos retorcer por los suelos.
Y como vulgarmente se aplica a los partos: "que sea una horita corta". Por cierto mi primogénito ya ha empezado a "sedimentar", cosa harto familiar, como mi padre. Bs.
ResponderEliminarY quien este libre de pecado...
ResponderEliminarNo suelen ser breves, no. Ni benevolentes, que son intensamente dolorosas y difíciles de expulsar, como un mal amor. Y su presencia es igual de insoslayable.
ResponderEliminarSaludos.
A mi lo que me hace gracia es el paso previo a la piedra, es decir, las arenas. Me imagino repletos de playas y no me digas que eso no es bonito :)
ResponderEliminarCon suerte y si no hay otra solución...que pasen sin hacerce notar.
ResponderEliminarCariños.
mar
un golpe a mi riñón,
ResponderEliminarvamos, que duele
salud y saludos