Nos pasamos la vida pretendiendo transparencia, pero solo hay opacidad. Esa opacidad a veces nos invade de tal manera que permanecemos en un estado en que parece que no entra ni sale nada de nosotros. Nos dejamos llevar por los ritmos, obligaciones y compromisos cotidianos de la manera mecánica que hace años aprendimos (en parte nos enseñaron) Triste aprender donde los días se suceden cerrados, y los llevamos de mala manera si encima no nos van las apariencias y creemos escasamente en el poder de la ficción convencional. Pero mira que ya hace tiempo hubo quien meditó sobre ello. Ahora lo descubre este mortal espinoso y el romance me hace crecer:
Finjamos que soy feliz,
triste Pensamiento, un rato;
quizá podréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario:
que pues sólo en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso,
no seréis tan desdichado.
Son los primeros versos de un romance de la poeta lírica mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, tan maravillosa como desconocida. Me expulsa de la indolencia de los últimos días.
No va conmigo eso de fingir nada, mucho menos la felicidad. Además eso de pretender serlo para que duela menos la infelicidad me suena a ingratitud hacia la vida. No concuerdo con esa postura, aunque las palabras sean de Sor Juana....
ResponderEliminarUn abrazo
Pues yo he podido constatar que funciona.
ResponderEliminarFuerzas una sonrisa y al poco se hace natural. Y comienzas a sentirte mejor, que es de lo que se trataba. Salvo que quieras estar a merced del capricho de los estados de ánimo.