Subir a un promontorio (cuántos nombres contundentes, con sus matices correspondientes, para definirlo: cerro, teso, alcor, páramo, cabezo, altillo, altozano, loma, collado, otero...) y permanecer allí. ¿De verdad que podemos llamar paisaje desolado a aquella complejidad de formas, perspectivas y colores que nos pasman? ¿Solo porque no hay individuos de la especie humana? Cuántas veces nuestra propia soledad nos ha conducido a subir allí. Donde nos parece estar más cerca del cielo. Pero sobre todo donde se nos antoja que nos situamos por encima de la tierra. Simples efectos ópticos. Y lo que es más chocante: vulgares y vanidosos. La literatura crea imágenes injustas, no me cabe duda.
22/3/12
49.
Subir a un promontorio (cuántos nombres contundentes, con sus matices correspondientes, para definirlo: cerro, teso, alcor, páramo, cabezo, altillo, altozano, loma, collado, otero...) y permanecer allí. ¿De verdad que podemos llamar paisaje desolado a aquella complejidad de formas, perspectivas y colores que nos pasman? ¿Solo porque no hay individuos de la especie humana? Cuántas veces nuestra propia soledad nos ha conducido a subir allí. Donde nos parece estar más cerca del cielo. Pero sobre todo donde se nos antoja que nos situamos por encima de la tierra. Simples efectos ópticos. Y lo que es más chocante: vulgares y vanidosos. La literatura crea imágenes injustas, no me cabe duda.
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Luego llegaría el buitre mitológico para arrancar, diariamente, el hígado de Prometeo.
ResponderEliminarRealmente en los promontorios siempre se producen las mayores tragedias. !Qué se lo digan al judío!
¿injustas?
ResponderEliminaren fin, mira las ermitas, siempre dominando el valle, siempre arriba y la soledad
.
saludos
La literatura también crea belleza y justicia a través de la palabra.
ResponderEliminarSaludos