En la comedia El sueño de una noche de verano, William S. hace decir al duende Puck -¿se trata también de un loco o de un bufón?- esta aparente perogrullada: aquel que no tiene meta fija, no puede perder nunca su camino. Interpretación dual y hasta contradictoria, al libre criterio de cada cual. En una época como la que vivimos, a salto de mata cotidiano, o tiempos líquidos y vaporosos, que dicen otros, ¿no podría sonar a propuesta sensata para no perecer en el esfuerzo efímero que no sabemos a dónde nos conduce? Claro que la moral calvinista al uso, absolutamente dominante, ya se encargó de invertir los términos: quien no se propone una meta, no llega a ninguna parte. Lo cual nos conduce inmediatamente a una pregunta incrédula y sagaz: pero, ¿quién decide qué meta debemos proponernos y quién se quedará con el beneficio de lo que obtengamos? No hace falta ir a Salamanca para saberlo, que decía mi abuelo.
10/3/12
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En la comedia El sueño de una noche de verano, William S. hace decir al duende Puck -¿se trata también de un loco o de un bufón?- esta aparente perogrullada: aquel que no tiene meta fija, no puede perder nunca su camino. Interpretación dual y hasta contradictoria, al libre criterio de cada cual. En una época como la que vivimos, a salto de mata cotidiano, o tiempos líquidos y vaporosos, que dicen otros, ¿no podría sonar a propuesta sensata para no perecer en el esfuerzo efímero que no sabemos a dónde nos conduce? Claro que la moral calvinista al uso, absolutamente dominante, ya se encargó de invertir los términos: quien no se propone una meta, no llega a ninguna parte. Lo cual nos conduce inmediatamente a una pregunta incrédula y sagaz: pero, ¿quién decide qué meta debemos proponernos y quién se quedará con el beneficio de lo que obtengamos? No hace falta ir a Salamanca para saberlo, que decía mi abuelo.
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Pues en este caso me quedo con la moral calvinista al uso. Quien no se propone una meta no puede tampoco disfrutar de la satisfacción que da el alcanzarla. No perderá nunca el camino, pero quizás perderá el tiempo.
ResponderEliminarLo sensato, creo yo, es ir fijándose pequeños tramos con sus correspondientes pequeñas metas, cada cual las suyas, para que sean más las satisfacciones y beneficios que se vayan recogiendo (cada cual los suyos).
No se puede perder lo que no se tiene, obvio. Pero por la premisa de no perder no se puede justificar la apatía. Nada gana el que no arriesga.
ResponderEliminarsaludos.