Puede que el progreso no haya existido y solo se trate de un concepto moderno, que ahora tratamos de justificar. Acaso la vida -la llamamos también Historia para circunscribirla a los hombres y sus hazañas épicas- haya sido un relato de palos de ciego, un tropezar una y otra vez sobre la misma piedra y un acertar por casualidad. Como hemos llegado hasta donde estamos, y en ciertas partes del mundo que llevan la voz cantante no les va tan mal como a sus partes antípodas, lo llamamos progreso. La progresión es otra cosa, nada clara para los tiempos de incertidumbre que se avecinan.
Me has puesto los pelos como escarpias. Te lo juro.
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