Después de escucharlo tantas veces uno llega a la conclusión de que la esencia del mensaje de aquella secta se resume en una sola frase que, además, resulta una coartada: "Mi reino no es de este mundo". Es así como, consecuentes con su retórica, quienes erigieron la secta construyeron una ciudad dentro de la ciudad, un Estado dentro del Estado, una sociedad dentro de la sociedad. Lo cual les ha permitido beneficiarse de todos los bienes que la administración de lo público genera, sin pagar en absoluto por ellos.
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