Los dedos del viejo alfarero han marcado las facciones de la máscara.
El hombre nació para el barro y el barro permitió que aquél lo moldease
y se ofreciera pareciéndose a sí mismo.
Esta máscara, en su inquietante y salvaje expresión,
es más auténtica que los rostros que la gente del engaño muestran cada día.
Me gusta esta reflexión y esa máscara
ResponderEliminarUn beso
Con razón, estimado Fool, los griegos llamaban "hipocritaí" a los actores del teatro que actuaban tras la máscara cómica o trágica, y nosotros hoy "hipócritas" a los que fingen o aparentan lo que ni son ni sienten.
ResponderEliminarGracias por seguirme y mil saludos.