Pero la condición del reencuentro, ¿es algo más que una ojeada a la tribu? Sentir que late aún cierta camaradería de la que aún te hacen partícipe - de la que tú mismo participas, porque de ti sale por inercia participar- es un calor que se agradece, siquiera para llevar (sobrellevar) el tiempo. Si bien, hay algo de distancia, porque no estás ya todos los días con ellos, es una distancia cómplice. Diría que hay además de esa mirada a la tribu una conciencia de lo que significa sentirse arropado. Y siempre preservando tu personalidad (cualidad de persona, de individuo independiente y único) donde sentirse junto a no implica ser suplantado por el resto. Ni dejar que uno sea sustituido por la agrupación.
Hay reencuentros que son mortales de necesidad, algo se muere en nuestro interior, es decir la muerte nos invade aunque sigamos respirando y si es la voluntad de amar a un hijo, malo, terrible, o la necesidad de alejarse de una madre, ambos por propia supervivencia, ¿supervivencia para qué?.
ResponderEliminarSolo consuela que somos menos que hormigas. Quizás ahora entiendas alguno de mis comentarios y muchos silencios. Puñetera naturaleza humana, la propia al menos, luego miro alrededor y la siento extendida por el orbe. Bss.