6/10/12

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Días que parecen abrirse apagados en lugar de luminosos. Levantarse del sueño como si se hubiera viajado al no retorno. Percatarse de una escasa amabilidad de los quehaceres. Sentir el latigazo de la bilis en la torpe conducta. Un punto de salvación: el indescriptible fulgor del sol tamizando las nubes. Eso que llamamos la belleza del amanecer. Recurrente y poderosa naturaleza que llega para brindarnos una leve esperanza.


1 comentario:

  1. Una sensación como de dar brazadas en la espiral de un desagüe de aguas fecales que nos arrastra. Son días de caída.

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