28/7/12

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Es probable que lo haya traído aquí a colación alguna vez. El pensamiento de Pessoa: la mayoría de los hombres vive con espontaneidad una vida ficticia y ajena no deja de revolotear dentro de mí a cada mirada o en cada comportamiento propio o extraño. Añoro entonces la espontaneidad de la niñez en que la delgada línea entre realidad y ficción nunca estaba clara. Tal vez por esa razón nos entregábamos a juegos que apostaban por ser a cual más imaginativos o no dejábamos de acudir semanalmente a sesiones de cine que nos hacía volar o coleccionábamos cromos cuyas imágenes se desdoblaban aún más en nuestro magín. La vida de adultos no es interesante. Rendidos a compromisos, obligaciones, acuerdos y contratos varios, el rol exige además demostrar lo que no se es. Como al perseguir ese objetivo todo el mundo reproduce los mismos tics ser mayor se convierte en un estado sumamente aburrido y sumido en una fuerte incomunicación. Aunque siempre hay otro tipo de soluciones, tras las oportunas disoluciones.



5 comentarios:

  1. Tienes razón; la vida de los adultos no es interesante. Habrá que ir a por las "oportunas disoluciones". Creo que no me será fácil dar con ellas. Pero merece la pena intentarlo.

    Un saludo.

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  2. Ser adulto es la condena de saber que se espera que nos pongamos determinadas máscaras para cada tipo de situaciones.

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  3. Completamente de acuerdo, bastante aburrido en comparación...

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  4. Ya se sabe "el que no sea como este niño no entrará en el Reino de los cielos"

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  5. Habrá que imitar la vida de los niños entonces, diluir el adulto y dejar que el niño que se fue aflore con la imaginación y espontaneidad... Si se es capaz, si se quiere realmente.

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