17/9/14

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Nuestros prohombres, bien los que asientan sus posaderas en lo público como los que lo hacen en lo privado -¿o acaso es prácticamente lo mismo?- creen tener controladas sus corrientes sanguíneas. No sé cada cuánto se harán reconocimientos para asegurarse su buena salud, ni si meditarán sobre los límites de la existencia, ni si reflexionarán sobre la conducta más honesta por la que regir sus actos. Probablemente sí, pero ellos viven en otro mundo donde salud, visión de la vida y ética se rigen por parámetros que nada tienen que ver con los de otros hombres. El negocio y el poder  -dos características vinculantes- es una supraesfera reservada para los elegidos. No obstante, si bien la idea que tengan sobre el vivir y los comportamientos morales son fáciles de conducir como el ascua a su sardina, el capítulo de la resistencia del organismo siempre esconde el secreto de sumario reservado a cualquier cuerpo. Y que pasa cuenta. Pero ellos, tan ufanos. Hasta que...




2 comentarios:

  1. Los enfermos de poder suelen creerse que son eternos...

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  2. Cuando seas martillo, golpea; cuando seas yunque, aguanta. Ésa era la premisa de Von Bismarck. No te preocupes: se les acabará volviendo en su contra.

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