Las aspiraciones personales son con frecuencia tan confusas como equívocas. Esa sensación de vivir como si hubiéramos caído por casualidad en el mundo -¿acaso no ha sido así?- sin saber ni lograr ubicarnos del todo. Siempre dejándonos llevar según la corriente cuando no arrastrados contra las rocas. Donde el margen de la voluntad es limitado y se paga un precio grande -a veces definitivo- para que la voluntad se adecue a las circunstancias y se traicione en sus objetivos.
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