22/9/12

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¿Hastío y vergüenza por la reducción del lenguaje? Sí, y también por su utilización maniquea, justificadora de lo injustificable. Ese uso cotidiano de expresiones vanas con apariencia de sentencia docta, que pretenden recoger la erudición de los refranes antiguos. Pero es lo que hay, es una de las más afamadas del momento. Te la sueltan con un tono de lamento y resignación.  Como una concesión a lo inevitable, como una rendición al destino, como una paralización ante el muro. Trampa para negarse a dialogar, para impedir que se deshagan los entuertos, para detener la búsqueda de explicaciones que siempre deben conducir a modificar los hechos. Malévola intención de desmovilizarnos a todos, no fuera a ser que de pronto descubramos que no somos ni ovejas ni rebaño ni grey y que estamos cansados de que pastoreen con nuestras vidas.

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