12/4/12

80.






No se culpe a nadie de mi muerte y, por favor, sin comentarios. Al difunto le molestaban enormemente, dejó escrito Vladimir Maiacovski en una carta poemática dos días antes de pegarse un tiro. Estas letras me han parecido siempre irónicas y hasta cierto punto engañosas. No para el poeta y sus íntimos, que sabían de algún modo el desaliento que iba generándose en él. Y en qué manera el rumbo del país iba haciendo mella en su inquieta y rebelde condición. Que Maiacovski recuerde en su carta unos versos inacabados escritos algún día antes de su muerte no es casual: la barca del amor se estrelló contra la vida cotidiana, repite. No era el amor por Lili Brick lo que acababa. Sino el amor por la vida en la que él acaso ya no concebía huellas de esperanza. Pero tampoco aquellas frases dilucidaban la razón íntima y definitiva por la que tomaba la decisión. ¿Hay acaso un convencimiento íntimo en quien decide quitarse la vida? La certeza de lo que se desea conlleva lógica, racionalidad y libre elección. ¿Son elementos que burlan la desesperación? No creo que haya un modelo de suicida. Como no hay un paradigma de hombre libre que trata de seguir viviendo para encontrar una salida posibilista.


3 comentarios:

  1. Uno de mis cuestiones predilectas, la del suicidio, y no se trata de ser pesimista, sino realista, absolutamente. Bs.

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